El destino y sus tretas, nos llevaran a esta historia fascinante de amor, de dos almas completamente distintas, pero necesitadas de vivir, de aprender y de amar.
Encontrar la razón de todo lo orquestado durante sus vidas para darle sentido, aunque t...
Luego de hacerse presente la falta de aire... quedaron unidas, sus frentes rozaban una con la otra, Valentina estaba más cabizbaja, evidentemente estaba más desconcertada que la morena. Fue para ella sorpresivo que mostrara semejante arrojo ante la situación.
"Pero... y si Juliana quizás no entendió la situación... ella seguro no cae en cuenta que yo...", debatía consigo mismo ante la actitud de Juliana.
—Princesa... mírame. –la rubia no quería verla, Juliana la abrazó, pues percibía su miedo. Como en el equipo de sonido seguía sonando su playlist, decidió sólo darle unos minutos, para que, entre sus brazos, se relajara, el fondo musical le hizo balancearse lentamente, mientras seguía acunando a la rubia en su cuello.
—No creo que entiendas Juliana... –habló un par de minutos después, ya se sentía un poco más distendida, la morena, sus brazos, sus caricias, su calor y su aroma le hacía cambiar de dimensión en segundos, la extasiaba sin saber cómo, era uno de sus poderes.
—Te acabo de decir –prosiguió– que estoy enferma... que muy probablemente no tenga un futuro...
La morena la silenció con un beso, el escucharla le estaba partiendo el alma. Pero ella no podía, no quería pensar en un final tan próximo, sólo deseaba estar a su lado, nada más le importaba.
Decidió seguir confiando en el destino, no podía asumirlo tan cruel como para presentarle a la mujer que se había adueñado de su corazón y que se la quitara tan pronto, o tal vez, asumió en las revoluciones de todas sus neuronas mientras la besaba, que: era una oportunidad de oro para amarla y hacerla feliz por lo que le quedara de vida.
El beso que le estaba dando le estaba transmitiendo una fuente inagotable de esperanza. Valentina temía alejarla con la verdad, pero decidió contarle, para no perderla luego de la peor manera, o con el peor de los recuerdos por su odio o reproche. Perdiéndola así sabía que ganaría un mejor recuerdo, que le acompañara junto al placer de haber conocido a la portadora de los ojos más hermosos que había visto en su vida y que se apoderó de su corazón.
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Sin lugar a dudas el beso que estaba recibiendo era incomparable a los anteriores, era como si Juliana le estuviese hablando a través de sus sensaciones, le hacía sentir segura, amada, reconfortada, libre y con muchas ganas de creer en un futuro, esperanza. Hasta que se detuvo por unos instantes.
—Princesa, creo que la que no entiende eres tú –la siguió besando, sus manos, que se apoderado de su cintura, la acercaron más, con firmeza, demostrándole una actitud firme, detuvo el beso–. Yo no pienso ir a ningún lado, no quiero estar en ningún otro lugar que no sea a tu lado, y no me importa que sea un minuto o un siglo, porque sólo un segundo a tu lado ha hecho que valga la pena vivir lo que he vivido para estar aquí. –tomó sus mejillas suavemente y la volvió a besar.
En el fondo sonaba una canción, pudo percatarse al captar unas palabras del coro que la avivaron, ya que estaba abstraída a ella, el beso y el momento, sin embargo, esa letra no podía dejarla pasar por alto, cosas del destino, de sus tres mil canciones sonara esa...
