CAPITULO 8 (8A)

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Caminó tranquilamente, casi deambulando cual zombi por las vacías calles de Seúl, paró en una calle pues el semáforo le indicó que no debía atravesar. Agachó la mirada y se miró reflejado en un charco. ¿Mi cara siempre luce así de pálida y sombría? Se preguntó al mirar su triste semblante y luego rió, claro que sí, por ello todos pensaban que era insípido. 
Cerró los ojos y alcanzó a cubrir su rostro cuando un automóvil a toda velocidad hizo saltar el líquido sucio que se encontraba en el suelo. Se miró a sí mismo y simplemente no le dio importancia, nada se podía hacer. Limpió los restos de lodo de su mejilla y siguió andando de esa manera pausada y casi inerte. Atravesó la cuidad de punta a punta sin siquiera sudar o quejarse internamente por tan ardua caminata.

Sus pasos perdieron el asfalto para pasar a la tierra; a los empedrados característicos de los poblados lejanos a la capital. 

Alzó la vista justo antes de chocar con un portón que marcaba la entrada a su casa. Abrió las puertas y siguió avanzando hasta su hogar; una vivienda tradicional de Corea, que no por ser antigua dejaba de ser elegante. Quitó sus zapatos y subió a la plataforma de madera sin inmutarse. -Estoy en casa. –Musitó haciendo una marcada venia en cuanto entró, debía anunciarse, era una costumbre en aquella casa. Notó la presencia de su abuelo frente a él y terminó por ponerse de rodillas para ofrecerle sus respetos.-Abuelo. –Saludó al hombre con vestimentas tradicionales.

-¿Cómo estuvo tu día, nieto? –Hizo un ademán con la mano para que se sentara.

-Bien, gracias por preguntar, harabeó. –Inclinó su cabeza.- ¿Usted cómo se encuentra?

-Bien, gracias. ¿Qué te pasó en la ropa?

-Me alegra saber de su salud, abuelo. –Se inclinó leve.- Un automóvil levantó agua y no logré esquivarle. –Se excusó con respecto a su ropa.

-Por eso no me gusta que vayas a la ciudad, las personas de ahí son irrespetuosas, groseras. –Se quejó negando.

-Solo fue un pequeño percance. Limpiaré mi ropa.

El mayor negó.- Eso es para las mujeres, dáselo a tu abuela o a una de las mujeres que vienen a ayudarle.

El menor asintió aunque no tenía intenciones de ceder esa labor a los demás. -¿Dónde ésta mi halmeoni?

-Tu abuela ésta en la cocina. –Giró la cabeza hacia aquel lugar.

-¿Necesita que ayude en algo? –Preguntó amable.

-No, anda a hacer tu tarea. Nos veremos para la cena. –Habló con tranquilidad.-Ya sabes la hora.

-Sí, abuelo. -Sehun asintió y se levantó del suelo para así caminar a su habitación. 

Parecía que su día a día era una repetición, siempre lo mismo, en cuanto entraba a la casa era como si se le escapara entre los dedos su espíritu, como si se transformara en alguien más, aunque no tenía en realidad ni idea de quien era, estando al lado de su familia todo se volvía una costumbre o tradición más que una convivencia verdadera. Sentir que no encajaba era algo “normal” para él, pero en aquel día había algo especial, algo que lo hacía sentirse menos grato. 
Sacó su celular de su bolsillo y lo dejó sobre la cama como anhelando una llamada. Sabía que no llegaría; aquella tarde había llamado a Kai para poner fin a su “relación” tan solo recordar las pocas palabras que se dijeron le oprimía el pecho. 
El moreno había accedido sin más a dejar de verse, no pidió explicaciones, no hizo en intento por detenerlo, incluso parecía que no le estaba poniendo atención. ¿Qué debía pensar sobre eso? ¿Era tan poca cosa para el mayor? ¿Por qué ni siquiera fingió que le importaba? Rió un poco negando, no era nada del otro mundo, sino podía sentir siquiera cariño de sus abuelos; su única familia ¿Qué se podía esperar con los demás? Cerró los ojos.- ¿Por qué tenía que conocerte…? –Murmuró por lo bajo. Para él hubiera sido más sencillo que nadie le brindara cariño o amistad, de esa manera no hubiese caído enamorado tan estúpidamente. No haber hecho lazos con nadie ahora provocaba que extrañara terriblemente a Kai, aunque éste le mintiera por lo menos le hacía sentir querido. Se había hecho a la idea de que pasaría la vida entre sombras, siempre desapercibido para los demás pero él tuvo que llegar a darle esperanzas y luego tumbarlas. Masajeó sus cienes. -No pasa nada… -Se dijo a sí mismo.- Él no estaba en tu destino… -Musitó con suavidad. Debido a sus creencias inculcadas desde pequeño el destino era algo en lo que creía fuertemente a pesar de ser metódico. Se tiró sobre su cama y llevó las manos a su rostro. –Cálmate… sólo es una persona… además aunque él te haya querido es un hombre y tus abuelos nunca lo hubieran aceptado… -Se dijo a sí mismo. –Fue lo mejor… fue lo mejor… -Suspiró.- Estoy bien… -Tomó aire, una y varias veces de manera profunda y aquel acto fue interrumpido por el sonido de su móvil, se preguntó si debía contestar, miró la pantalla y leyó que quien hablaba era Lay, cualquier persona que no fuera “Kai” podía esperar, no quiso contestar, sólo dejó que siguiera sonando sin más, una vez que paró cerró los ojos tratando de calmarse, pero el sonido apareció de nuevo ¿Y si era algo importante? Su compañero era presidente de la universidad, quizás tenía algo importante que decirle sobre el comité del cual era parte. Pasó saliva y volvió a respirar profundo para que su voz se escuchara tan normal como siempre. –Anyonghaseyo.

-Hola, dongsaeng ¿Cómo estás? –Preguntó alegre.

-Bien. –Se limitó a decir.

-Tks… ese tonito de hablar… -Se quejó.

-Mihanee…

-Algún día me acostumbraré. –Se escuchó reír al otro lado del teléfono.

-¿Qué sucede, sumbae? ¿Para qué me llamó?

-¿Tú celular tiene altavoz?

-¿Altavoz? -Preguntó dudoso.

-Sí, eso que le pones para que no tengas que tenerlo pegado a la oreja. –Trató de explicar.

-Sí, sé lo que es. Si tiene ¿Por qué?

-Ponlo.

Sehun lo puso sin objetar o preguntar nada. –Listo. –Dejó el celular sobre la cama.

-Vale, encontré una buena canción para el show de talentos y quiero saber tu opinión. ¿Bien?

-¿Eh?

-La semana cultural viene pronto y quiero participar. –Le recordó.

-¿Sólo me llamó por eso?

-¿Qué…? ¡Yah! Solo quiero saber tu opinión… eish… estos dongsaengs ya no respetan a sus mayores.

-Lo lamento.

-¿Por qué siempre eres tan… agh?

-¿Cómo dice?

-Llevamos conociéndonos mucho tiempo y me sigues hablando de usted, das las gracias y te disculpas por todo. ¿No es cansado ser así?

-No… entiendo.

-Nada, olvídalo.

-Lo siento.

-¡Deja de disculparte!

-Es que… así fui educado…-Se excusó.

-No es malo que seas así, olvida que dije algo y no te disculpes de nuevo. Entonces, ¿no quieres oírme? Por eso te dije que lo pusieras en altavoz, para no dañarte el oído.

-Sumbae, ahora no…

-Anda, anda, sólo será un poco, quiero saber si suena bien, claro ahora la cantaré yo, pero luego conseguiremos un mejor vocalista, yo solo tocaré el piano. ¿Estás listo?

-Hum… -Sehun accedió y se quedó mirando el teléfono, esperando la dichosa canción.

-Espera, espera.

Se escuchó que movían cosas y demás. Esperó un poco y la voz del mayor, acompañada de una melodía en piano se escuchó a través del móvil.

-Tal vez nunca encontrarte hubiera sido lo mejor…

Fue la primera línea de la canción, se escuchaba lenta y el sonido del piano sólo hacía que tuviera un sonido triste. No se debía ser un genio para saber que sería una canción triste. El menor se quedó callado esperando por más.

-Sin tener la necesidad de estar viviendo en otro mundo… Sin necesitar convertirnos en extraños en esta vida, para que no te hubieras quedado a seguir lastimando mi corazón…

Sehun se quedó inmóvil escuchando aquella canción, el mayor vaya que había sido inoportuno. Quería colgar antes de escuchar toda la canción, pero sus músculos no respondían.

-Cada día, y otro día olvidándote, otro día y cada día dejándote ir… -El mayor siguió cantando.- Dentro de mi corazón algo se oculta profundamente, realmente no puedo gritar abiertamente mi amor….

Llevó su mano al móvil para así cortar la llamada, pero sintió con un par de gotas mojaban la mezclilla de su pantalón, se llevó las manos al rostro, no podía creer que estuviera llorando, que en verdad estuviera llorando por una tontería como esa. 

Llegó el coro por lo que Lay puso un poco más de sí para transmitir el sentimiento pese a que su coreano no era el mejor.- Siempre había pensado que el amor era ciego y feliz… olvidando que también dicen que es un castigo del cielo. Sólo tuve que amarte para que mi corazón se estremeciese y temblase. Esto no es más que seguir secándose las lágrimas…

Sehun apretó los labios para evitar seguir llorando, tenía demasiado tiempo sin llorar, no aceptaba el hecho de que llorase por algo tan vano como haber roto una relación inexistente.

-Sehun ¿Sigues ahí? –El mayor paró la canción.- ¿Qué te pareció? –Preguntó al otro lado de la línea, por su tono de voz parecía que sonreía.- Se llama Love is punishment, es de K.Will…. solo llegué hasta el coro porque no me sé lo demás, además mi pronunciación sigue siendo rara. –Se escuchó una leve risa.- ¿Y?

-Está bien. –Dijo Sehun tratando de que la voz no se le quebrara.

-Esperaba otra reacción, no sé, quizás un consejo.

-Lo siento… -Musitó bajito. –Sabe… que-que… no conozco de mú-música…

-¿Qué dije sobre las disculpas? Tsk… ¿Entonces te gustó?

-Sí…

-¿Por qué me das siempre respuestas tan cortas?

-Lo siento.

-Tks… es tan complicado hablar contigo.

-En-en… en la escuela hablamos, sumbae. –Sintió que su voz estaba por ceder.

-¿Te pasa algo? –Preguntó al escucharlo tartamudear.

-No. Colgaré ahora. –Después de decir eso enseguida colgó. Cerró los ojos y se mordió el labio, las lágrimas seguían cayendo y no podía detenerlas. -¿Por qué lloras, estúpido? Él no te quería, deberías estar feliz, deberías estar aliviado… -Se dijo a sí mismo. Se llevó las manos al rostro tratando de contenerse.

-Sehun. Ya está la cena. –Lo llamaron al otro lado de la puerta.

-Sí. Ahora voy, abuela. –Limpió sus lágrimas.

-Ahora.

-Sólo… -Estuvo por excusarse pero abrieron la puerta de su alcoba, por ser corrediza no se podía poner seguros.

-Límpiate esas lágrimas, muchacho, no dejes que el abuelo te vea así.

Sehun abrió los ojos mirando a la mayor, su tristeza creció más ante su semblante.-Bajaré en un mo-mento…solo… -Un par de lágrimas se desbordaron, resbalaron suavemente por su mejilla y perdieron en algún lugar de la cama.

-Sehun, nosotros no te criamos para llorar. –Se acercó dándole un paño con el que solía limpiar los muebles.- Sea lo que sea no importa, para de llorar. –Miró a la puerta.- Baja a cenar, se enfriará la comida, además el abuelo se enojará si por tu culpa se retrasa la hora de ingerir los alimentos.

El chico tomó el paño y sus lágrimas se detuvieron ante sus frías palabras.

-Tienes cinco minutos para bajar, y cambia esa ropa, no deberías tener todavía la camisa del instituto.

-Neh, halmeoni… -Agachó la cabeza a manera de disculpas.

-Es tan vergonzoso. No llores más, en esta casa todos somos fuertes. –Se dio la vuelta y salió la mayor.

Sehun se quedó con la cabeza gacha pues un par de lágrimas rebeldes salieron a pesar de las amenazas de su abuela. “No te educamos para llorar” se repitió esa frase en la mente…-Ah…-Soltó un pequeño bufido arrugando su camisa en sus manos pensando que esa frase debió ser “Sehun, no te educamos para sentir”- ¿Es por eso…? ¿Es por eso que nadie me quiere? –Se preguntó en voz baja, retirando su camisa para luego retirar las lágrimas y salir a cenar pretendiendo que era uno de ellos, o quizás el títere que siempre se había sentido.

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INSANE (KAISOO)Where stories live. Discover now