Capítulo 1: Sorpresa

8.8K 955 67
                                    

(CORREGIDA,  DICIEMBRE, 2021)


Luna

Desde que era mi pequeña me ha gustado mucho pintar y dibujar, primero lo hacía sobre mis libretas y después, poco a poco, comencé a pintar sobre lienzo. Me encanta el arte y admiro a grandes pintores del mundo como: Pablo Picasso; mi favorito, Vicent Van Gogh, Salvador Dali, entre muchos otros.

Quiero ser una artista y poder exponer mis pinturas en todo el mundo, pero para ello debo prepararme. Estoy dispuesta.

—Mamá, por favor escúchame.

—Te estoy escuchando, Luna.

—No, no estás escuchándome en lo absoluto y lo sabes.

Mi hermosa y joven madre se gira del espejo, dejando de hacer lo que estaba haciendo que era maquillándose mientras trataba de ignorar lo que yo le decía. Tendrá una cena con papá está noche. Suelen hacer esas salidas algunas veces cuando quieren tiempo para ellos solos, además de que hoy, es un aniversario más de su boda. Cumplen año de casados.

—Es que lo que me pides...

—Es lo que quiero mamá —la interrumpo, cruzándome de brazos—.Deseo estudiar Bellas Artes. Me gusta pintar desde que era una niña de ocho años y los sabes. Tú siempre has alabado mi talento para la pintura y creía que serías la primera en apoyarme en esto, ¿por qué estas negándote ahora? ¿Por qué ahora parece que no te importan mis sueños?

Ella cierra sus ojos verdes, tomando una profunda inspiración.

—No es que no esté apoyándote ni que no me importen tus sueños, sabes que sí, cariño. El problema aquí es que quieres irte a estudiar a New York, ¿sola Luna?

—New York es mi destino favorito en el mundo —respondo—. Fue por ello que escogí School of Visual Arts. Sabes bien que acá no tengo la oportunidad de estudiar esa carrera.

Mi madre me toma por los hombres. Debo elevar la vista para mirarla a los ojos porque aunque soy muy alta porque heredé su altura, ella lo es más, además de que está subida en unos tacones de diez centímetros y no ayuda.

—Escúchame cariño, nada me gustaría más que dejar que hagas lo que tú desees, pero no sé si quiera que te vayas a una ciudad tan grande como lo es New York sola —emite—. Me aterroriza que te puede ocurrir algo y que papá y yo no estemos para defenderte o para cuidarte como lo hemos hecho desde que llegaste a este mundo y llenaste nuestras vidas de alegría.

Inhalo y exhalo.

Los adoro, con todo mi ser los adoro porque han sido para mí los mejores padres que un hijo puedo pedir en la vida, el problema con ellos es que son muy sobreprotectores. Para ellos siempre seré una niña que necesitará de sus cuidados y su protección. No ven que estoy creciendo y que poco a poco me voy convirtiendo en una adulta, pues hace cuatro meses que cumplí los dieciocho años. Creo que tendré cincuenta, si es que viven para verlo que lo espero, y seguirán viéndome así.

— ¿Recuerdas cuando yo encontré aquel pajarito con las alas rotas y que debido a ello no podía volar? —ella asiente, sé que con eso la desalmaré, pues fue algo que ella misma me enseñó—. Yo curé sus alitas, pero me enamoré tanto de él que me negaba a dejarlo ir y quise encerrarlo, entonces tú me dijiste que por más que lo quisiera no podía mantenerlo en una jaula. Me aseguraste que con el tiempo terminaría muriendo, pues encerrándolo, estaba cortado sus alas ya que su naturaleza era volar tan alto como pudiera, no estar encerrado. Te escuché, y por mucho que me dolió, lo solté a volar.

En las Estrellas [FINALIZADA]Where stories live. Discover now