Capítulo: 24 [ Parte I]

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[CORREGIDO FEB, 2022]

Luna.

Desde el segundo que vi a Alejandro caerse de Violeta, seguido de ella que casi le cae encima, el mundo se desplomó a mis pies, volviéndose pedazo.

No puedo resistir saber que él está mal, que mi Alejandro se hiciera daño, frente a mis ojos... y no pude hacer nada para salvarlo. No he podido dejar de pensar que si yo no hubiera intercambiado los caballos para la carrera, era completamente seguro que la que ahora estaría en una habitación de este hospital, inconsciente, sería yo. Sin embargo, lo amo tanto que me arrepiento de todas las formas posibles haber hecho aquello. Lo amo tanto que hubiera preferido salir lastimada yo y no él. Lo amo tanto que... ¡Dios! ¿Por qué mi Alejo? ¿Por qué tuvo que pasarnos esto? ¿Por qué de estar feliz y reír a su lado he pasado a esto, a llorar contra su cama, con el corazón sangrando en mi mano y suplicando que al despertar este bien?

De ese accidente han pasado tres días, largas horas que han sido las peores que he podido vivir en toda mi vida, pues Alejandro sufrió una contusión cerebral debido a que se golpeó la cabeza al caer del animal y eso le ha provocado un coma, y el solo pronunciar la palabra siento que me desgarro por dentro como si me estuvieran triturando el alma con una cierra eléctrica. No se sabe en qué momento volverá en sí y que secuelas traerá después, eso lo sabremos cuando despierte y solo resta esperar, una espera que es demasiado dolorosa.

Mis ojos están llenos de lágrimas mientras estoy frente a su cama, sin querer separarme de él, mis manos apretando una de las suyas para que sepa que estoy aquí, esperando que vuelva a mí. Cada segundo que pasa es más doloroso que el anterior. Ver a la persona que es tu vida, tu mundo reducido solo a él, mal, es lo peor que puede sucederte.

—Hubiera preferido caerme yo mil veces de ese caballo y no tú, Alejandro —musito, sorbiendo la nariz—. No te imaginas lo que dolió verte caer de Violeta de esa manera.

Violeta, mi preciosa yegua que ha estado conmigo desde hace siete largos años.

Más lágrimas brotan de mis ojos al saber que mi yegua ya no está. Ella murió una media hora más tarde de que Alejandro cayera de ella y fuera trasladado al hospital rápidamente. No tuve tiempo a averiguar las razones por las que mi yegua que había estado –según yo sé porque la monté el día anterior–, sana, de repente mientras mi novio la monta cae, y muere unos minutos más tarde.

Sé que después cuando Alejandro despierte y este fuera de cualquier peligro y llegue a mí la tranquilidad por ese lado, comenzaré a sentir el peso real por la muerte de Violeta y la lloraré con todas mis fuerzas. Yo la amaba y es la segunda que se me muere en la vida, aunque la primera, falleció por vejez más que nada. Le había llegado su tiempo.

—Luna... —estaba recostada sobre el pecho de Alejandro, tenía unos minutos largos en esa misma posición, hablándole. No me di cuenta que mi madre había entrado en la habitación de hospital, solo hasta el momento en el cual oí su voz y a su vez, ella coloca una mano sobre mi hombro. Me volteo para encontrarme con su mirada cariñosa de madre—. Cariño, llevas tres días sin querer separarte de la cama de, Alejandro. Entiendo que lo adoras y que es duro ver al hombre que amas así, pero te hará daño tantas horas ahí. Necesitas más que nada, ir a casa, comer y descansar un poquito.

Niego mirando a mi madre. Al no haberme movido del hospital desde que Alejandro fue ingresado todavía llevo la misma ropa de ese día, apenas he tenido hambre y no he dormido nada. Me he pasado las horas en vela, mirándolo ahí, inerte, esperando el momento en el cual él abrirá los ojos y me volverá a mirar con ese mismo amor de siempre. Para todos ha sido doloroso lo que sucedió, pero sobre todo para mí que lo amo con mi vida, y sus padres, Kea casi pareció enloquecer al ver a su hijo lastimado.

En las Estrellas [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora