Capítulo 24: [Parte II]

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[CORREGIDO, FEB, 2022]

Luna.

Hace algunos minutos las gemelas decidieron dejarme sola para que descansara, pero si antes sabía que no podría hacerlo, luego de lo que me enteré, menos. Estoy al borde de un colapso. Así que, me puse con lo único que sé logrará tranquilizarme; me encerré en mi estudio con mi lienzo, mis pinceles y mis pintura. Desde que era pequeña y comenzó mi amor por el arte, pintar siempre ha sido mi mejor forma de escape.

No puedo siquiera pensar en cerrar los ojos cuando sé que el amor de mi vida está allá, en un hospital, acostado en una cama y en coma, pero menos, al estar segura de quien es la única culpable de su estado, de mi sufrimiento y mi agonía ante la desesperación de saberlo dañado. Siento rabia y una mezcla de dolor profunda que todos mis pensamientos giran en torno a buscar a la perra obsesiva de Priscila y destrozarla con mis propias manos.

Sería capaz de matarla como ella intentó hacerlo conmigo, y en su lugar, Alejandro resultó herido porque a mí se me ocurrió la grandiosa idea de cambiar los caballos, mas, me tengo que tranquilizar. No soy como ella. Soy más inteligente que ella y es por eso que estoy convencida de que haré que pague lo que ha hecho. Esto no va a quedarse así. Siempre supe que había una especie de locura en esa chica, y ya no me ha quedado ninguna duda.

Alguien tocando en la puerta de mi estudio me saca de mis divagues.  Escucho la voz de mi padre al otro lado.

—Luna, soy yo. ¿Puedo pasar, cariño?

Si fueran alguno de mis hermanos le negaría la entrada, pero a mi padre de ninguna forma lo haría, tampoco a mamá.

—Sí, papá. Pasa —ordeno, desconcentrándome un poco de lo que había estado haciendo hasta que él tocó.

Trataba de pintar un cielo estrellado, con una luna blanca y brillante, y debajo de estás una hermosa pareja sosteniéndose de la mano, caminando juntos, siempre.

Esos seríamos Alejandro y yo. Así como el mencionó antes de ese terrible accidente, estaba escrito en las estrellas desde antes de que llegáramos a este mundo lo mucho que terminaríamos amándonos; un sentimiento tan fuerte que ni siquiera la maldad y locura de Priscila puede romper, es por eso que estoy segura que él despertará y seguiremos siendo tan felices como lo éramos hasta antes de que todo se empañara de esta forma, cumpliríamos nuestros sueños previos y luego, el más grande de todos, casarnos y tener bebés que alegraran nuestras vidas cada segundo.

Mamá y papá suelen decirnos eso a mis hermanos y a mí, «ustedes son la mayor alegría de nuestras vidas»

El ruido de la puerta me indica que mi padre ha entrado en mi estudio.

—Se suponía que tu madre te envió a casa para descansar Luna, en vista de que en los últimos días ha sido muy poco lo has hecho, y estás aquí, pintando —mi padre dice, aunque, no a modo de regaño exactamente, su tono de voz solo suena preocupado. Acto seguido se hinca a mi lado, acariciándome el cabello y besándome la cabeza.

Me giro en mi asiento y abrazo a mi padre con mucha fuerza. Rodeo su cuello, manchando en el proceso su camisa blanca con las manchas de pinturas en mi mano y dejo la cabeza caer sobre su hombro. Papá me rodea en un abrazo fuerte. Él besa seguidadamente mis mejillas húmedas. Para ese momento, estoy sollozando con fuerza. Me rompo sin poder contenerlo. Mi corazón duele tanto.

—No puedo descansar, no puedo —musito, sorbiendo las lágrimas—. Por mucho que lo intento no puedo. Cada vez que cierro los ojos solo lo veo a él, a el amor de mi vida y mi amigo de toda la vida, mi alma gemela, mi otra mitad, cayendo de ese caballo. Es una agonía. Necesito desesperantemente que despierte, que vuelva a mí. Duele, duele mucho, papi.

En las Estrellas [FINALIZADA]Where stories live. Discover now