Capítulo 21: Verdad o reto

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(CORREGIDO, ENERO, 2022)

Luna

—Señorita, Luna —me saluda Maribel, la trabajadora de la casa de mis abuelos, de unos cuarenta años.

—Hola, Maribel. Qué gusto verte —saludo entrando en la casa. Ella cierra la puerta a nuestra espalda.

—Es igual un gusto para mí verla, señorita. —La mujer mira a Alejandro a mi lado, quien tiene sus dedos unidos a los míos—. A usted también, señorito.

Alejo sonríe, cabeceando y saluda.

—Gracias, Maribel.

—Maribel, ¿dónde está mi abue?...

—Aquí estoy, cielo.

Veo a Melanie Summer, mi abuelita, aparecer en ese momento abriéndome los brazos. Sonrío de oreja a oreja, completamente feliz de verla y soltándome de la mano de mi novio corro hacia ella.

—Hola, abuelita. Es tan bueno verte. —Mi cara esta entre sus manos mientras ella está repartiendo besos en mi rostro, haciéndome reír, su cabello ya blanquecido por la edad atado en una coleta alta.

—Qué bueno ver a mi nietecita, consentida. —Me da más besos, mientras yo no puedo parar de reír.

Segundos más tarde también aparece el abuelo, al que también abrazo con cariño y alegría, me devuelve los besos en igual modo.

También Alejandro recibe besos y abrazos, pues como hemos sido siempre como una sola familia, él tiene ganado el corazón de mis abuelos.

Mis abuelos son una pareja hermosa. Han permanecido juntos por más de cuarenta años y si los ves juntos te das cuenta que tienen mucho amor el uno por el otro. Yo creo que morirán juntos, amándose de la misma forma.

Con ellos no guardo el secreto de mi relación con Alejandro. No tengo, ni quiero esconder mi noviazgo con él a nadie. Se lo cuento del mismo modo que lo hice con mi madre mientras mi novio y yo, en especial, en la cocina, saboreamos una rebanada de delicioso pastel de chocolate.

—Me parece que hacen una pareja preciosa, cariño —dice la abuela, mirándonos a uno y otro con una sonrisa.

El abuelo también está ahí, no come pastel porque tiene prohibido los dulces, pues es diabético. Solo permanece callado, observando a todos a través de sus ojos arrugados por la edad y una media sonrisa en los labios.

—Gracias, abuela —murmuro, metiéndome una cucharada de pastel en la boca antes de volver el rostro y mirar a Alejandro, quien está a mi lado. Él, mirándome con esa dulzura que lo caracteriza, me sonríe y besa la punta de mi nariz.

—Y, y la pregunta del millón de dólares es, ¿ya lo sabe Adam?

Niego.

—No, abuela. Papá todavía no sabe nada.

Las palabras apenas acaban de salir de mi boca cuando una voz ronca y profunda se escucha en la cocina.

—¿Qué es lo que yo no sé y tengo que saber, Luna Valentina?

Me pongo de pie, dejando el taburete en el que me encontraba sentada y veo a mi padre ingresando en la cocina. Alejandro también se ha puesto de pie a mi lado.

—Papi... —es todo lo que murmuro, echándole un vistazo al chico a mi lado que traga grueso.

Papá cruza sus brazos contra el pecho y queda mirándonos, pasando sus ojos verdes de uno al otro y cuando los clava en mí exigiendo una respuesta me pongo nerviosa, aunque no debería, ¿verdad? Pues no, puesto ni Alejandro ni yo estamos cometiendo ningún tipo de delito con nuestra relación.

En las Estrellas [FINALIZADA]Where stories live. Discover now