Capítulo 7: Revoltijo, celos

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(CORREGIDO, DIC, 2021)

Alejandro

A Priscila, mi novia, no le hizo mucha gracia el que me diera por no solo dedicarme a la escuela superior, sino que también trabajaría. Ella no me había observado con admiración y orgullo como lo hizo Luna cuando se lo conté la mañana de hoy porque quisiera trabajar y estudiar al mismo tiempo, para ganar dinero con mi propio esfuerzo. Mi novia simplemente enfureció. ¿Razón? Primeramente porque no le dije nada, olvidé comentárselo y cuando se enteró armó tremendo berrinche porque no se lo hubiera comentado. Se enteró porque me marcó en medio de mi jornada laboral y el que no pudiera atenderla porque estaba muy ajetreado todo en mi primer día, solo enviarle un rápido mensaje donde le pedía disculpas y le decía que luego hablaríamos ya que estaba trabajando y era mi primer día, logró hacerla enojar un poco más.

Lo segundo: ya he dicho en diversas ocasiones que tengo una novia un tantito absorbente y posesiva que quiere estar conmigo, de ser posible, las veinticuatro horas del día, lo cual es imposible, ¿cierto? Para mí cada uno tiene sus responsabilidades y su vida; una que a la que le debemos mutuos respeto, sin embargo, ella no piensa del mismo modo que yo. Y, francamente estoy empezando a agobiarme un poco. Necesito mi espacio. Quiero a Priscila, pero lo que no quiero es tenerla encima de mí todo el tiempo, no es sano para ninguno de los dos. Las parejas necesitan su espacio y siento que ella no me lo da. Me di cuenta que era así desde que nos hicimos novios, pero creí que era algo de inicio de noviazgo, que más tarde ella simplemente cambiaría, pero no ha sido así, ella incluso esta mucho peor.

Estoy en su casa ahora, hablando en su habitación. Salí del trabajo hace media hora y me he pasado porque me pidió verla. No quería, estoy cabreadísimo desde la mañana, además de cansado pero Priscila ya estaba molesta porque no le dije sobre mi trabajo y no quería que se enfadara un poco más. Es mi novia, debí decírselo, supongo.

—Alejandro, tú no necesitas trabajar. ¿Qué es lo que quieres, dinero? Yo puedo dártelo; todo el que quieras. Mis padres tienen un montón, yo podría...

La interrumpo, enojado.

—No, Priscila. ¿Por quién me tomas? ¿De verdad crees que aceptaré tu dinero? —reviro, negando—. Trabajo porque quiero ayudar, porque quiero ser útil. Mis padres no son millonarios y si yo siento que puedo echarles una mano para que su carga sea menos pesada lo haré, además que siento el deseo de ganarme las cosas por mí mismo, aunque no sea mucho, pero al menos sabré que me lo gané con mi propio esfuerzo.

Respiro agitado. Llevo unos minutos prácticamente discutiendo con mi novia.

—Pero entre la escuela y ese trabajo que ahora tienes, ¿dónde queda el tiempo para mí, Alejandro? —Se queja, rodeándome el cuello con los brazos y recarga sobre mi pecho su cabeza oscura—. A mí me gusta estar todo el tiempo contigo, no lo puedo evitar. Te necesito a cada rato, tu presencia me llena completamente.

Inspiro, con dejo de agobio, otro tanto de frustración.

Bien, es el momento de decírselo. Debimos haber tenido esa conversación hace mucho tiempo, pero nunca es tarde.

—Comprende que necesito trabajar. Ya te he explicado las razones. Por otro lado, tienes que entender algo: somos una pareja de novios, pero no puedes pretender que pasemos cada segundo juntos. Puede ser un poco... agobiante.

Se aleja de mis brazos y me miro, con el ceño fruncido.

—Yo no me agobio por estar tiempo contigo, ¿es que tú sí?

Trago. Tengo que ser sincero, aunque se enoje. Tenemos que solucionar esto, o esta relación muy pronto podría irse por el caño. Hay cosas que ella tiene que entender.

En las Estrellas [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora