Capitulo 29: Un instante

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Luna

Semanas más tarde.

Excepto el día que vi a Alejandro cayéndose de mi caballo, y los días que duró en coma, nunca sentí un dolor tan grande como cuando la desquiciada de Priscila me apuñaló con ese odio y esa rabia que sentía por mí; un odio que además era totalmente injustificado, pues yo no le hice nada porque por mucho que ella diga que yo le quite a Alejandro, eso es totalmente falso si él la dejó porque no lo dejaba respirar. Mas, le salía más fácil echarme la culpa a mí.

Lo único bueno que salió de eso fue que al apuñalarme frente al sheriff y admitir abiertamente que quiso matarme al envenenar a mi yegua, cavó ella misma su tumba y se hundió solita.

No la odio. Lo hacía, realmente la odiaba y deseaba lo peor para ella. Intentó matarme no, una sino dos veces. Alejandro salió herido por su obsesión enfermiza con él y mi padre, él en especial tuvo que presenciar el momento en el cual ella enterró ese cuchillo en mí. Ha hablado sobre lo terrible que fue ese momento y que ningún padre debería presenciar que hieran a un hijo de esa forma. Puedo recordarlo sosteniéndome mientras me desvanecía en sus brazos, sangrando y con un terrible miedo a morir. Los ojos de mi papi estaban llenos de impotencia, de lágrimas, de dolor y... de terror.

Mas, sé que no seré enteramente feliz guardando ese tipo de sentimiento en mi corazón, y muchísimo menos, hacia una persona que ya está pagando por lo que hizo y que de ninguna forma podrá volver a intentar hacerme daño. Su padre, el alcalde del pueblo, ante la evidencia de que su hijita me apuñaló frente a sus ojos, no pudo hacer nada para impedir el castigo que se merecía, Priscila. Está en la cárcel como tanto yo quería y no va a salir de ahí en un buen tiempo.

Los abogados de la familia Cummis intentaron que se viera a Priscila como una demente que no sabía lo que hacía y que no actuó en pleno uso de sus facultades mentales, con la única intención de que fuera a una institución mental y no a una cárcel donde quizás saldría antes de tiempo sin pagar lo suficiente por el delito que cometió al intentar matarme, pero si bien esa chica no estaba precisamente cuerda al cien por ciento tampoco estaba tan loca como para no saber lo que hacía, así que de ninguna forma pudieron salirse con la suya y pagará sus años de cárcel en una penitenciaria juvenil.

No siendo pena por ella tampoco, no la merece. Ella se lo buscó. Ella misma construyó su propia cárcel. Se llenó de un odio y una rabia que la condenó. Le toca vivir con la condena por sus actos.

Han pasado dos semanas desde aquello sucedió. La puñada de Priscila fue en mi abdomen, por suerte no fue mortal y debido a eso estoy contándolo en este momento, afectó mi intestino delgado lo que conllevó a que me tuvieran que realizar una intervención de emergencia. Apenas puedo hacer ningún movimiento brusco, pues todo es muy reciente, tengo puntos y ni siquiera deseo pensar en las marcas que me quedaran después de eso y muchísimo menos en el hecho de que quizás ya no pueda ponerme un bikini nunca más porque  tal vez desarrolle algún complejo por la cicatriz que me quedará, pero algunos dirán que lo importante es que estoy viva y de alguna forma eso es verdad. La desquiciada de Priscila bien pudo haberse salido con la suya y mandarme para el otro mundo, mas, no sucedió así.

Estoy viva.

Me encuentro en mi habitación, recostada mientras veo la tele y consumo mi vicio favorito, fresas y llaman a mi puerta. Grito un adelante, no creyendo que fuera Alejandro, puede entrar a mi cuarto sin tocar si así lo quiere. Oscar es más educado así que podría ser él que nunca entra sin antes tocar, porque lo que es Lucas en ocasiones se le olvida la palabra educación. Podrían ser alguno de mis hermosos padres, Rachel, Hannah o... entonces veo una pequeña cabecita con cabello cobrizo apareciendo en su campo de visión, seguido de una mujer alta, hermosa y muy elegante con un bebé de no más de cinco meses en brazos.

En las Estrellas [FINALIZADA]Where stories live. Discover now