octavo

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   Ya han pasado unos días desde aquél miércoles. Iseul se levantaba sonriente desde ese entonces pero esa sonrisa se desvanecía cada que notaba que él faltaba a la universidad. 

—Te veo triste.—habló Jongin en su clase de Inglés. Tenían una suplente así que podían estar sentados como querían.

—No es nada—mintió sonriendo.—. Estoy cansada.

—Deja de hacerle de cenar todos los días a Junmyeon, no eres su empleada.

—No me queda de otra, si no puedo evitar que siga con su trabajo al menos haré que se alimente bien.

  Jongin sólo hizo una mueca de tristeza al verla recostarse sobre su mesa.

—Ya vendrán días mejores.—le sonrió mientras le acomodaba el cabello.

  La osita de Jongin asintió y cerró los ojos, la profesora ya había retirado los exámenes y por ende, hasta que todos terminen, sólo restaba esperar. Y eso, para Iseul, sólo significaba una cosa; dormir.

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—Traje almuerzo de más.—habló desanimada la de ojos marrones acercando su lunch para que sus amigos coman.

   Chaeyoung la miró y tenía un presentimiento de lo que había pasado. Sin embargo, ellas no habían tenido un contacto cercano desde que discutieron aquél día.

—¿No vas a comer, Younggie?—preguntó su amiga y Jongin miró a la mencionada con las mejillas llenas.

—Yo traje lo mío.—se excusó.

—¿Harán algo este fin de semana? Jisoo  hará una fiesta este sábado.—habló Jongin.

—No tengo ganas de ir.

—Vamos, osita. Las fiestas de Jisoo son siempre las mejores.

—Voy a pasar tiempo con mi hermano, por fin no estará en la oficina todo el día.

   Sus amigos no dijeron nada ya que sabían lo importante que era Junmyeon en la vida de su amiga; lo era todo.

   Ella almorzó en silencio mientras escuchaba las quejas de sus amigos contra profesores. Nada sorprendente por parte de ellos.

    Qué aburrido día.

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—Las veo el lunes, hermosas.—se despidió con un gesto el moreno mientras se alejaba.

—Yo también me iré, tengo que ir al trabajo de papá. Hasta el lunes.—dijo su amiga la más alta despidiéndose con el mismo gesto que Jongin.

    Bien, tocaría ir sola a casa. Encima es super temprano.

    ¿Y si se iba al puente? No quedaba tan lejos de su casa y podría volver rápido cuando quiera.

   Al llegar tuvo la suerte (o la mala suerte) de encontrarse con él, con Minseok. Quien caminaba con las manos en los bolsillos de su pantalón, se lo veía tranquilo.

    Parecía que iba a su casa, no llevaba ni siquiera la mochila.

   No sabía porqué pero sus pies se empezaron a mover en contra de su voluntad, o eso es lo que pensaba ella. Sin darse cuenta lo estaba siguiendo ya que su mente quería conocer dónde vivía.

    Mala idea.

   Luego de pasar el puente caminó alrededor de 1 kilómetro. Llegaron a un edificio enorme, era exactamente donde trabajaba Junmyeon. Ella es medio torpe, lo sabía, pero esta vez decidió ir a una distancia moderada de la de él y entró en pánico al siquiera pensar que él vivía donde trabaja su hermano.

   Lo vio entrar al ascensor, el cuál ella nunca usa por costumbre. Éste subió hasta el último piso del mismo edificio indicado por un letrero electrónico en la parte superior. No se le cruzó por la cabeza que llegaba hasta ahí ya que no habían oficinas.

   Luego de meditarse la situación si su hermano la llegara a ver, decidió entrar. Subió hasta el último piso en el elevador y vio que todas las salas no estaban habitadas, ni siquiera inauguradas.

   A su vista le pareció ver una escalera más pero ésta estaba conectada a la de emergencias que iba fuera del edificio. Tomó el riesgo mientras empezaban a caer las primeras gotas de una lluvia de primavera. Al mismo tiempo, planeaba una excusa por si todo salía mal.

   Al llegar vio una casita bien estructurada pero pequeña a fin de cuentas. Rondaba entre los ocho metros por diez, seguramente nada cómodo. No se dio cuenta en qué momento ya estaba empapada de pies a cabeza y tenía a Minseok en la puerta mirándola sin expresión alguna.

   Saludó con la mano, la mínima reacción que podía dar. Sí, la excusa que planeó se esfumó. Por su parte él le hizo una seña que se acercara e hizo caso omiso a la orden del mayor.

—No te quise molestar—dice al recibir la toalla que le extendía el de piel de porcelana. Al no recibir respuesta (por milésima vez desde que se conocen) pensó que quería una excusa.—. Yo sólo...

—No importa. Espera que pase la lluvia y bajas.—dijo con frialdad.

   La pequeña sólo asintió con una sonrisa mientras se secaba el cabello.

—Sécate bien, estás mojando todo el piso—se quejó el dueño de casa y al ver que Iseul no entendió como hacerlo se acercó arrebatándole la toalla.—. Así.

   Sin más que decir cubrió la cabeza de Iseul con la toalla y empezó a sacudir esta sobre las hebras negras de la muchacha. Esto le provocó que su cabellos se mueva a todas partes pero, más importante, provocó una sonrisa a ambos pero más a la señorita Kim quién se rió tiernamente por el accionar.

   Al quitar la toalla, Minseok también quitó su cara feliz por una más seria. Le acercó una toalla más seca esta vez para el cuerpo el cual no tenía mucho sentido secar porque no tenía ropa para cambiarse. De igual manera lo hizo.

—Habré parecido una tonta.—pensó.

—¿Quieres algo de tomar?

—Sólo agua—dijo mientras dejaba las toallas en el cesto para luego sentarse en el piso. Admiró el interior de su casa.—. Tu casa se ve muy acogedora.

  Minseok no dijo nada y sólo le extendió la botella para sentarse a una distancia prudente alado de ella. ¿Qué iba a decir frente a tal mentira? Si en su casa apenas caben dos personas cómodamente.

—No sabía que tocabas la guitarra.—dijo la chica al ver sin su funda al instrumento.—¿Compones canciones?

—Cuando tengo tiempo.—por fin habló.

—Escuché del profe de música que eres de los pocos que le daban atención.

—Me dio pena.

   Su comentario hizo reír a Iseul (casi por escupir el agua) y ésta acción fue copiada por Minseok. No fue gracioso para él pero la risa de a muchacha, en esa ocasión, era contagiosa.

—Tienes una hermosa sonrisa, Minseok-sshi.—le sonrió y él miró hacia otro lado para un sorbo de su Pepsi.

  Pasados unos pocos minutos más Iseul ve que la lluvia paró en su mayoría.

—Ya paró un poco, tengo que irme.—se apuró en tomar sus cosas.

   El muchacho no hizo otro gesto que abrir la puerta y sostenerla para ella.

—Nos veremos el siguiente viernes, Minseok-sshi.—le sonrió al pálido para así poder salir rápido y que no muchas gotas puedan caer sobre su cuerpo.

   Una semana, sólo una más.

the trouble it's me ||Kim Minseok||Where stories live. Discover now