décimo octavo

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—¡No encuentro mi celular!—dijo en desesperación dando vuelta la habitación.

   Se había despertado tarde, a las doce del medio día para ser exactos. Su hermano no estaba en casa para ayudarla puesto que había madrugado para ir al gimnasio. Pero ella no lo hizo porque no recordaba en qué parte de la bendita casa había dejado el aparato.

Todo por proponerte cosas que no haces nunca, Iseul.—pensó.

—Bien—tiró una almohada a la cama.—, volvamos a la sala.

   Cuando estaba buscando en lo recóndito del sofá las llaves de la casa resonaron como un tintineo. Miró a la puerta de entrada y era su hermano el cual estaba impactado por el desastre que había causado su hermana. Veía cojines en todo el piso y dos o tres en la escalera, la colcha del sofá en el pasillo y un mar de medias tiradas por doquier.

—Estoy buscando mi celular.—dijo tiesa en su lugar mirándolo.

   Él, por su parte, en silencio metió la mano en el bolso del gimnasio. Buscó un bolsillo y sacó el aparato de allí.

   Iseul quedó estupefacta mirando el mismo, luego miró a su hermano que dejó de mirarla a ella para mirar el desastre. Pensó que si corría hacia el celular podría alcanzarlo antes que lo guardara; pero falló. Él estiró su brazo lo más alto que sus 173cm le permitieron.

—Dame, es mío.—recriminó dando saltitos queriendo alcanzar su teléfono.

—Lo llevé sin querer esta mañana—dió una pausa—. Ordena todo lo que desordenaste—la condicionó apartándola.—, sólo así te lo daré. Tienes hasta el almuerzo.

    Sin más que decir guardó el aparato en su bolso y subió las escaleras. Iseul dió un golpe al piso con su pie y se llevó las manos a la cabeza. En ese momento hubiera deseado no haber desordenado la casa completa.

   Sus manos bajaron a su boca cubriéndola al recordar que también...

—¡Iseul!—escuchó el grito totalmente enojado a todo pulmón de su hermano.

****


—¿No me lo vas a dar?—preguntó una vez servida la comida.

—Entraste a mi habitación y revolviste todo.—dijo seco para luego tomar los cubiertos y empezar a comer.

—Te dije que lo sentía—se disculpó por quinta vez.—, no me di cuenta que revolví toda la casa. Por un momento era sólo mi habitación y luego...

—Cállate y come.—ordenó inexpresivo.

   Tomó la cuchara y comenzó por la sopa. Ambos comieron en completa ausencia de charlas y con la voz de fondo de los cronistas del noticiero. Algo típico que ponen cuando no hay tema de conversación o las cosas

—La madrina me llamó—habló por fin Junmyeon.—, dijo que quería vernos.

—Ya era hora que se acordara que tiene sobrinos—ese diálogo salió de la boca de Iseul impresionando a su hermano.—. Sí, desde la muerte de mamá no sabemos nada de ella.

—Creo que no puede vivir felíz sabiendo que...—fue interrumpido por la voz hiriente de su hermana.

—Sabiendo que el dinero no reemplaza las visitas y el cariño.—en cualquier momento se le cortaba la voz y soltaba sus lloriqueos.

—Sabes que trabaja mucho te encima fuera del país...—miró hacia su plato vacío y jugó con los palillos con una mirada seria.— además no le debemos nada tampoco. No usamos el dinero que nos manda; lo guardamos para una emergencia.

   Miró a su hermana que miraba hacia la televisión con una vista perdida. Quizá pensaba en qué excusa plantar cuando llegue la madrina.

—Devolveremos todo.—dijo firme.

—No nos podemos dar el lujo tampoco, Iseul.

—Oppa, estoy cansada; es nuestra única familia y a mi parecer siempre nos faltó cariño por parte de ella—ambos se quedaron en silencio; Junmyeon pensando en lo que le diría también teniendo en cuenta el futuro de su empresa e Iseul aguantó las lágrimas. Al no escuchar respuesta prosiguió:—. Diez años; diez años en los que recibí sólo un abrazo hace cinco y no volvimos a saber de ella hasta ahora.

—Sé que te duele pero es nuestra familia.

—Ése es el punto; ella no es nuestra familia—aclaró.—. Familia es aquellas personas que se mantienen unidas cueste lo que cueste en las buenas y en las malas. Por ejemplo: tú, oppa, tú eres mi única familia.

   Junmyeon sonrió por las palabras de su hermana. Vaya que había madurado y ahora ve los asuntos desde su propia perspectiva. Le desparramó los cabellos de su cabeza en forma cariñosa para luego levantar sus platos vacíos y dejarlos en la bacha de la cocina.

—Si eso te hace estar más tranquila y felíz, eso haremos—le dijo antes de salir por la puerta dispuesto a dormirse una siesta. Hoy lavaba Iseul así que no hay problemas.—. Te dejaré el teléfono en tu habitación cuando termines de ordenar.—le dijo desde lo alto de las escaleras.

—¡Ugh, tengo que seguir ordenando!—dijo al recordar. Miró hacia la bacha de la cocina y tiró la cabeza hacia atrás rendida.

Nota mental: nunca dar vuelta la casa otra vez.





the trouble it's me ||Kim Minseok||Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora