trigésimo segundo

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     Así como lo dispuso Iseul, Minseok esperó alrededor de una hora y media (incluso más) para asegurarse de que estaba completamente dormida. A él también le costó mucho no dormirse en aquella cama tan cómoda y distinta a la suya. Se concentró en la muchacha que a sus ojos era muy hermosa, de verdad que lo era, tenía uno que otro grano en las mejillas pero era producto de la mala alimentación que llevaba.

   Se las ingenió con agilidad para no despertarla. En vez de sentir su torso, ella sentiría una almohada extrañamente larga que se encontraba a su alcance en el piso. Le dio un último vistazo sonriendo y lamentándose en su interior por no haber traído su teléfono que estaba en la chaqueta en la entrada.

    Bajaba las escaleras cuidando de no hacer tanto ruido pues no sabía quién se encontraba en esa casa. Al llegar al final ya "a salvo" escuchó ruido desde un cuarto cerca de la puerta de entrada.

—Ya era hora-salió Jisoo desde la cocina.—, tenemos que hablar tú y yo.

—Tengo cinco minutos.—dijo recuperándose del susto.

—Bravo, me sobrará tiempo.

****

    Minseok se dirigía a la tienda de conveniencias cuando leyó aquél mensaje que le dejó Jisoo:

7:58p.m: "No olvides que le gusta el huevo con formas."

   Él, aunque no se notara, estaba muy preocupado por lo que le dijo la muchacha. En parte le sorprendió de aquellas actitudes que tomó Iseul, pero en parte no lo hacía porque sabía lo frágil que era ella. Quizás cualquier persona que le eleve el tono de voz le provocaría lágrimas.

—Buenas noches.—saludó el cajero que no parecía pasar de los dieciocho años cuando Minseok ya estaba allí.

—¿Tienen almuerzos hechos del día?—preguntó sin rodeos.

—S-sí señor, acompáñame.—levantó una madera para intentar salir de la caja. Minseok negó.

—Me vas a hacer un almuerzo completo para mañana—ordenó. Despues de haberlo dicho se sintió mal por la cara del chico diez años menor que él.—. Por favor.

—N-no hacemos pedido especiales, son sólo algunos que nos llegan cada dos días.

—Cuánto.

—Cuánto...

—Cuánto para que me traigas uno mañana, imbécil.—golpeó con su palma la mesa de la caja.

—T-te lo traigo mañana—dijo temeroso y prosiguió sacando un papel y birome escribiendo en él.—. E-este es mi número—le entregó el papel.—, a las 7 de la mañana ya estaré trabajando aquí y escribe cuando llegas. Mi jefe me despedirá si se entera.—dijo la última oración casi en susurro.

—Tiene que tener formas, piensa que haces el almuerzo a una niña de once años.—determinó antes de abrir su soda. Se acordó de pagar y dejó los billetes en el mostrador para después de salir.

   No era su intención intimidarlo, menos sabiendo que él tenía como diez años más. Pero como no tenía los suficientes recursos en su hogar como para preparar algo que valiera la pena no le quedaba nada mejor que una tienda de esas. Y ella lo valía, y cada centavo.

—Xiumin, que bueno que estás aquí—le habló el anciano Jeon Soowon sacando unas bolsas de detrás del mostrador y entregandoselas.—. Iré a cenar contigo en media hora, calienta la comida.

the trouble it's me ||Kim Minseok||Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt