Sentencia perpetua 영원한 문장

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 SEGUNDA PARTE

Livingstone se aferraba a Bodi y él perro al león dado que la camioneta se movía bruscamente, pues era un terreno completamente extraño, muy seguramente una calle sin pavimentar. Livingstone aún no podía creer el hecho que lo hubiesen separado de su hijo, pero contenía una rabia tan grande contra el régimen norcoreano, pues era algo hecho con una mala intención.

-No, Ryan, hijo- Livingstone estaba ahora en un estado de shock del cual era difícil salir- Bodi, ¿Dónde estamos?

Bodi no respondió, estaba tan asustado y confundido que no fue capaz de responder la duda que Livingstone le había formulado, sin embargo la camioneta se detuvo, lo cual llamó la atención de ambos.

-¡Ustedes!- el mismo león de melena negra abrió la puerta- bajen ahora mismo.

El lugar donde se encontraban era muy deprimente, un enorme calabozo con molduras muy antiguas se dejaba ver mientras bajaban por la parte trasera de la camioneta, Livingstone alcanzó a ver una puerta de metal enorme frente a la parte delantera de la camioneta donde habían sido trasladados, la cual seguramente era la entrada a ese horrible lugar.

Parecía un calabozo medieval, antorchas iluminaban los oscuros pasillos por los cuales los soldados norcoreanos los conducían, luego de cinco minutos de caminar Livingstone no podía de dejar de pensar en su hijo, por lo que olvidó por completo el camino de regreso en dichos pasillos.

-Bienvenidos al calabozo del régimen- una pantera los esperaba en la entrada de una celda- serán encadenados ahora mismo.

Livingstone no se resistió, al entrar custodiado por cuatro leones y dos tigres observó que una grande y gruesa cadena esperaba para él mientras que Bodi era encadenado directamente en la pared, los gruesos aros de metal para las patas superiores y otros dos para las patas inferiores, con crueldad fue golpeado contra la pared lo cual provocó que el indefenso perro gritara de dolor.

-¡Cállate, maldito!- un militar lo golpeó en el estómago- Vuelves a gritar- el tigre sacó una gran pistola magnum- no te mataré, pero te haré saber que se siente tener una bala dentro de ti.

Bodi suspiraba y derramaba lágrimas observando cómo encadenaban sus patas en la pared, los tigres encargados de eso terminaron rápido, mientras que los leones que encadenaban a Livingstone aún aseguraban que las cadenas estuviesen suficientemente apretadas para que no pudieran siquiera moverse.

Los guardias se retiraron sin decir alguna palabra, Livingstone respiraba agitado con la mirada en el suelo, mientras que Bodi lloraba.

Era tan cruel la manera en la que fue encadenado en la pared que lucía como si hubiese sido crucificado como en los antiguos tiempos, con las patas superiores extendidas por arriba de su cabeza mientras que las inferiores abiertas de par en par estaban en el suelo.

-Li...Livingstone- llamó Bodi con esfuerzo- gracias por acompañarme- escupió un poco de sangre- no sé por qué lo hicieron. Yo lo único que quería...era conocer este país- levantó su carita observando hacia el frente- pero todo está disfrazado, esta es la realidad de Corea del Norte.

Livingstone levantó la mirada con su amigo, aún no podía creer en que lío estaban metidos por una causa injusta, sin embargo ahí estaban, encadenados, sangrando y muy adoloridos esperando una condena que no pintaba para nada bien.

-¡No sé qué estaba pensando cuando decidí venir aquí!-decía con sentimiento de culpa- al menos mi hijo no está en esta situación pero ¿Qué va hacer sin su padre? Es lo que más me frustra. Si tan solo me hubiesen dado la oportunidad de despedirme de él.

Livingstone sintió algo en su melena, al sacarlo y sostenerlo sus enormes patas comenzaron a temblar mientras contemplaba el collar que Ryan le había dado. Apenas lo vio lo llevó a su pecho llorando a lágrima viva, los llantos del león se escuchaban en todo el oscuro lugar donde se encontraban, Bodi se limitaba a llorar en silencio observando el dolor de su amigo león.

El secreto de la libertadWhere stories live. Discover now