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Livingstone estaba preparado para su reunión con el máximo dirigente, Kion Ung al igual que Bodi. Con sus uniformes de militares subieron al auto que el líder había enviado para trasladarlos al palacio de gobierno, el cual nuevamente había sido remodelado luego de aquel terrible terremoto.

Las calles de Corea del Norte ahora se veían un poco más transitadas por leones en bicicletas y motocicletas, Bodi se asombró al ver aquello.

-¿Qué crees que nos dirá el líder?- preguntó Livingstone mirando a Bodi.

El perro suspiró mirando a su amigo, no estaba seguro sin embargo intentaría responder con su buen sentido del humor.

-A lo mejor nos dará pases gratis para el otro parque acuático que acaba de inaugurar, sería genial probarlo.

Livingstone comenzó a reír junto a Bodi, aquel sentido del humor de su amigo lo había ayudado tanto desde que los obligaron a naturalizarse como ciudadanos norcoreanos.

-¡Llegamos soldados!- Alex descendió del vehículo junto a Bodi y Livingstone- el máximo dirigente los espera en su oficina, el señor Yang los acompañará.

Un triste león bajaba las escaleras, Livingstone lo miró curiosamente, Bodi hizo una reverencia para saludar al asistente de Kion Ung. Subieron las escaleras para entrar al edificio, el cual nuevamente se encontraba custodiado por cientos de leones militares norcoreanos.

Subieron al tercer piso, donde la seguridad había aumentado, elementos del estado mayor de seguridad custodiaban la oficina de Kion Ung, era una sala enorme con cuadros de arte norcoreana y fotos de los antiguos líderes por todas partes distribuidas ordenadamente, estatuas de oro de los tres líderes norcoreanos decoraban aquella sala de paredes de mármol que los conducía hacia la oficina del líder norcoreano.

Finalmente dos enormes puertas de madera de pino se abrieron de par en par, dejando ver el escritorio donde Kion Ung los esperaba, detrás del líder se encontraban la bandera de Corea del Norte junto con la bandera del partido del trabajo de Corea.

-¡Señor!- Dijeron Livingstone y Bodi en posición de firmes.

-Descansen, soldados y tomen asiento- ordenó Kion sentándose él también.

-¿Cómo te sientes, soldado Livingstone?

El león tardó un poco en responder, aún sentía el miedo de siempre cuando veía a Kion Ung a pesar de haberle salvado la vida hacía unos meses.

-Bien, señor- respondió naturalmente- agradezco su ayuda para mi recuperación, al igual que la llamada con mi hijo.

Kion asintió para luego sacar unos papeles importantes de una carpeta de cuero rojo con el escudo de la nación.

-Su desempeño en Pyongyang ha sido excelente, me han protegido y también a Alex durante el terremoto, demostraron que darían su propia vida para salvaguardar a esta nación- Kion Ung hablaba juntando sus patas curiosamente, su melena corta típica de cuando era cachorro no había desaparecido- por lo que hemos decidido dos cosas muy importantes para ustedes, primero que nada tendrán su propio apartamento en la zona del futuro, como regalo por salvarnos la vida.

Livingstone y Bodi se miraron el uno al otro, para después agradecerle al líder.

-¡Gracias, señor!- dijeron ambos.

Kion asintió entregándole a Livingstone las escrituras del departamento donde ambos vivirían.

-Muy bien y lo segundo tiene que ver con su empleo, considerando su astucia para el espionaje, soldado Bodi- el perro abrió los ojos sorprendido- junto con su distinguida habilidad de protección, Livingstone. He decidido enviarlos a patrullar la frontera con Corea del Sur.

El secreto de la libertadOnde histórias criam vida. Descubra agora