Capítulo 9

50 10 22
                                    

Para cuando abro los ojos siento un fuerte dolor de cabeza y en mi abdomen. El mareo es insoportable y las ganas de vomitar al ver todo el techo blanco y lámparas girar a muy alta velocidad me hace marear y sentir arcadas.

Un constante pic... pic... pic... pic... de una máquina del cuarto que después de pasar el mareo miro bien y descubro que estoy en el hospital, y cuando toco mi abdomen en la parte donde siento algo pegado descubro que es una gasa y que estoy conectada a maquinas que monitorean mis signos vitales, mi respiración, y cada cosa que mi cuerpo va mostrando va siendo grabado en las pantallitas de unos equipos médicos.

Una enfermera entra de repente y sonríe al verme despierta.

-Debe de tener muchas preguntas, por favor deme un chance para llamar a sus familiares...

-¿Se enteraron de lo que pasó? -le pregunto alarmada.

-Sí, el señor Maslow les avisó y les pidió venir de inmediato después de lo que le sucedió...

-¿Dónde estoy? -le interrumpo de nuevo -. ¿Y quién es ese señor, Maslow?

-Se encuentra en la clínica ''Sol de libertad''...

-Yo no estoy asegurada en está clínica... -gruño al sentir un dolor en mi abdomen

-Por favor, conserve la calma y no se preocupe por nada -dice la mujer acercándose a mí con una sonrisa mientras inyecta algo en el suero -. No se preocupe, es un calmante... -es lo último que escucho antes de caer en un profundo sueño de nuevo.

Al abrir nuevamente mis ojos veo lo mismo de antes, las mismas maquinas, el mismo cuarto de hospital y para mi sorpresa a mi hermano sentado y dormido en un pequeño sofá que está frente a la cama.

-Hermanito... -le hablo aun adormilada-. Hermanito... -le llamo de nuevo, pues no despierta a la primera.

Veo como se levanta en modo automático y en dos segundos está al lado mío tomando mi mano canalizada entre sus grandes y cálidas manos y me mira con mucha atención, pero no dice nada y yo sé por qué y en parte le agradezco que no me regañe por ahora, pues solo quiero tenerlo cerca y sentir su rico perfume que me da seguridad, me ayuda a estar tranquila y en confianza, pues estoy con mi hermano.

-Dime algo, por favor -le suplico al ver que solo me acaricia el cabello y me regala besos en la frente mientras aprieta sus dientes y se contiene las palabras que quiere decir.

-Algo -dice sonriendo.

-Eso no, tonto -me rio despacio, pero dejo de hacerlo de inmediato cuando me duele mucho el abdomen.

Gruño al sentir el dolor.

-No me hagas reír hermanito ¿no ves que me duele? -le digo relajándome de la risa.

-Te duele ¿verdad? -pregunta otra vez serio, pues él también se rio conmigo.

Me quedo tensa, porque ya sé lo que se viene: me va a comenzar a regañar, pero soy muy sabia y sé cómo calmarlo cuando se enoja por el estúpido de Dylam.

-Poquito...

-¡No! -grita no muy fuerte, pero sí lo suficiente para saber que empezará a regañarme-. Nunca se nos ha enseñado a mentir, Daniela, así que no lo hagas ahora y peor para defender a ese imbécil, pero está no se la perdono, no dejaré que se salga con la suya, ¡no señor! -gruñe mi hermano cuando habla y ya no puede contener las lágrimas al verme en este estado y luego gime y llora como lo haría un niño herido, asustado, lastimado-. Me las pagará... -dice entre su llanto, pero no deja de tomar mi mano.

-Sabes que me hace daño verte mal, así que cálmate, por favor...

-Eso hubieras pensado antes de fijarte en ese imbécil maniático... -dice antes de soltar mis manos y salir dejandome sola en el habitación.

¿Seré Suya? 1° ParteWhere stories live. Discover now