Capítulo 22

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El atardecer ya ha pasado y la noche ha empezado. El cielo está muy estrellado y una luna no cien por ciento llena está alumbrando la playa desnuda de personas en la cual solo estamos Kris y mi persona al lado de él después de haber pasado nadando y tirándonos agua como locos, así que, se nos fue agua en los oídos pero toda esa actividad me ha dado paz, esa paz que necesitaba y de la nada me ha eliminado el dolor de mi cuerpo en gran porcentaje de este, pero el dolor de las palabras de mi hermano, las palabras de mi madre, y la sangre de ese niño en mis manos me está por volver loca…

—¿Qué piensas, cariño? —me pregunta Kris e intenta abrazarme contra su cuerpo, más esa acción se lo impido, sin deseo me alejo unos pasos de él y me pongo frente a él cara a cara, a una distancia buena.

—No te acerques, por favor. No me toques y no me hables con palabras hermosas… —las lágrimas se salen de mis ojos. El recordar a mi hermano cuando me comía a besos, me asfixiaba con un bello abrazo, me decía eres mía y te querer, cuidaré, amaré, protegeré por siempre, pero… ¿Cómo cambió todo eso tan en tan poco tiempo y por una mujer?

Me cubro con mis brazos al sentirme desnuda, pero no por falta de ropa, sino por la falta de su calor, de sus abrazos, de sus mimos, de caricias de mi hermano después de un duro día de trabajo por nuestra empresa. Me siento vacía y sin el amor de mi madre, mi padre, de nuevo, cuando más lo necesito, ¿dónde está? ¡¿Dónde estás papá?!... como siempre, solo es por un momento la felicidad para después de estar feliz y llorando de tanto reír al no poder más, algo malo pasa, o cometo un error, o soy acusada de algo o, el destino me juega una trampa y vuelvo hacer la mala de la dichosa película.

De un momento a otro un coraje se manifiesta en mí. Este coraje no es ni contra mi padre, ni mi hermano, ni mi madre, ni nadie más, sino que, contra mí misma. Coraje por ser débil, por dejarme pisotear, por dejarme humillar, por dejarme herir, ofender, por dejarme hacer menos, por ser tan estúpida e injusta conmigo misma.

Ya no me voy a poner a llorar. Me comienzo a limpiar las lágrimas y me pongo de pie, me seco las ultimas lagrimas que están saliendo de mis ojos y mientras las limpio me juro, me prometo y me digo que no debo volver a llorar más, sino tengo a nadie, pues ni modo, me tengo a mí misma.

Sin que Kris pueda preguntar algo siquiera comienzo a caminar fuera de la playa, me monto en su auto y me abrocho el cinturón de seguridad, espero a que él se monte y empiece a manejar, no me importa a donde, total nadie me espera en casa.

La noche de ayer dormí en la cabaña de Kris, pero él me obligó a dormir en su cuarto que era el único cuarto que había y él durmió en el sofá porque dijo que así era conveniente. Yo no le iba a discutir eso, aunque la cama era muy grande, bien alcanzábamos los dos, claro, sin llegar a más porque bien se podía poner una hilera de almohada para no invadir la privacidad del otro.

Para cuando despierto me siento súper descansada, al instante percibo un rico olor a comida y no a cualquier comida, sino mi comida favorita. Me levanto rápidamente de la cama y abro la puerta del cuarto, salgo rumbo a la cocina, lo que aprecio al llegar es lo más hermoso que puede existir en la tierra: Kris está sin camisa, solo con sus pantalones holgados tipo pijama de color vino y de rallas negras que forman cuadritos, descalzo sin zapatillas ni calceta, su cabello desarreglado cocinando espaguetis con crema, pollo, verduras como brócoli, ajíes, tomate y otras cosas por el estilo. Me quedo en el marco de la puerta solo con un camisón de una de las suyas: sí lo sé, atrevida, me da igual, él me ha visto desnuda comos tres veces y yo solo por usar una de sus camisas para cubrir mi desnudez no estoy cometiendo ningún delito ¿O sí?

Sin mediar palabra meto mis manos  bajo sus brazos para abrazarlo por detrás pasando mis manos por debajo de sus brazos a su estómago así sin pensarlo muerdo despacio su espalda, después la parte de su hombro, ya que no llego a su cuello menos que pueda llegar a su oreja, le muerdo en la espalda cerca del hombro por su parte trasera para luego aferrarme a su espalda abrazándolo, pegando mi oído a sus pulmones purdo oír como respira y late su corazón ante mi acto.

—Estoy cocinando, cariño. Ten cuidado, por favor —dice mientras me suelta mis manos para girarse, en un abrir y cerrar de ojos me toma de mis caderas y me sube a la mesa de cerámica de la cocina.

Yo me cruzo de piernas para que no vea nada que no debe de ver.

Me quedo como una niña buena viendo como cocina los espaguetis con crema y los trozos de pollo, en otro quemador prepara arroz chino con vino en vez de aceite; y huele riquísimo. Mi boca se hace agua rápidamente, mi estómago comienza a rugir sincronizado, cuando lo hace Kris se pone a reír y me voltea a ver súper sorprendido por el rugido de mi pancita.

—¡Vamos, apúrate! ¡¿Sí?! —le grito al punto de comer eso, aunque no esté listo aún o incluso a él si se demora mucho más—. Apúrate o te como a ti —le digo un poco irritada, pues lo está preparando a fuego lento.

—Ve a darte un baño, en cuanto salgas esto ya estará listo, servido y esperando a por ti —dice moviendo los espaguetis.

Me bajo rápido de la cocina y corro al baño a bañarme.

Para cuando salgo del baño, es cierto, la mesa está servida y Kris está sirviendo la bebida cuando yo me siento. Sin esperarlo a él para comer comienzo a comer: tengo mucha hambre y en lo que él va a guardar lo que queda de jugo, se lava las manos, pues ha lavado, guardado todo lo que había usado en la cocina; en todo eso yo ya llevo la mitad de mi plato con toda el hambre que ando.

Cuando se sienta por fin a comer yo me ando sirviendo un segundo plato y él apenas comienza a comer lentamente el suyo con calma: hasta masticar su comida con una finura que ni los reyes españa, para cuando yo termino mi plato y lo lavo y vuelvo a la mesa él apenas lleva la mitad del suyo,y es que nrolla el espagueti en el tenedor con esti... con mucha delicadeza en verdad.

—¿Me dejas darte de comer en la boca? —le pregunto una vez miro que es muy lento. En parte no sé por qué le pregunto eso o por qué quiero hacer eso en verdad si él puede hacerlo sin ayuda mía.

En vez de contestar me ofrece el tenedor, cuando estoy por sentarme en mi silla me toma por el estómago y me sienta en sus piernas para poder darle de comer sentada.

En cada ocasión que mis ojos conectan con los suyos me pongo nerviosa, en cada vez que yo meto la comida en su boca él mastica viéndome fijamente y no sé por qué esto se me da y no sé también por qué ahora me entran unas ganas de besarlo: en realidad antes de pensarlo bien o pedirle permiso siquiera ya yo lo estoy besando.

La poca comida que está aún en su plato pasa a segundo plano. Me toma las mejillas y lo beso como si no hubiera mañana: no lo beso ni muy rápido ni muy lento, tampoco meto mi lengua en su boca pues nunca he hecho eso, más bien es un beso muy tímido pero él poco a poco va marcando un ritmo por el cual me dejo llevar mientras acaricia mis mejillas constantemente con sus manos. Mi cuerpo comienza a reaccionar a sus besos y sus caricias, pues unas corrientes como de electricidad recorren mi cuerpo y eso me íncita a apretar su cabello para poder mantener el control, no separarme de su boca, mientras que poco a poco siento como su lengua empuja mis labios no sé en qué momento dejo entrar su lengua en mi boca, y por Dios es lo más dulce y caliente pero cálido a la vez, su forma de besar provoca en mí el deseo de besarlo igual.

—Eres mía… —dice para luego gemir.

No sé cómo ni en qué momento ni por qué ni con qué propósito lo mordí pero deseaba morder sus labios y lo hice.

—... Y tu mío —gimo también.

Él me regresa la mordida y fue la primera mordida y la más deliciosa que nos hemos dado. Ha sido dulce, bonito en verdad, los besos de Dylam nunca me besaba así.

¿Seré Suya? 1° ParteWhere stories live. Discover now