Capítulo 21

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Me he quedado al lado de la puerta con el pensamiento de que en cualquier momento saldrá y yo me disculparía por haber sido una estúpida a noche con él. Pero él nunca sale y ya son las 9:30AM y no sale ni siquiera para ir al baño.

He pensado tanto en él que me duele la cabeza. He dado vueltas por la desesperación e incluso me he regañado por haber sido una degenerada con él un montón incluso le he suplicado en la puerta pero es como si le hablara a la puerta y eso me enoja.

—Sabes Kris, puedes quedarte ahí toda la vida si quieres pero yo me largo... ¿Me has oído?

Nada otra vez.

Estoy harta, ahora sí me largo y como he dicho "él puede hacer lo que él quiera" pero yo no me quedaré aquí como si él lo fuera todo.

Salgo por la puerta y camino lejos de la puerta. Esto parece un bosque, estamos casi a lo alto de la montaña no meda miedo las alturas, pero, puedo caer lo que sería mi muerte instantánea.

Ahora que lo pienso ¿Si me muero quien me extrañaría o lo notaría?, pues Jasón no quiere saber de mí y mi madre dejó muy en claro que tampoco desea saber de mí y mi padre supongo que tampoco.

No me queda nadie, estoy sola en este mundo, si me lanzo no sería el gran caso.



Llevo un gran rato caminando por la carretera y el calor me nubla la mente así ayudándome a no pensar en el suicidio otra vez. Y veo una camioneta pasarme por al lado, me doy la vuelta y es... es él señor Jesús.

—Señorita —me habla bajando de la camioneta.

—Oh, ¿señor, cree poder llevarme a la ciudad? —le pido apenada.

—Claro, venga, para ya me dirijo.

Eso quiere decir que yo iba a lado contrario.

—Muchas gracias —le agradezco subiendo a la camioneta.

En el camino voy pensando en si hice bien en escapar de Kris. Me siento mal... ¿Porque siempre termino alejándome de él? Lo hago muy a sabienda de que solo quiere ayudarme ¿Porque eso quiere no?, qué más quereria si me ha dejado claro con sus acciones que no me quiere hacer daño, más bien me cuids siempre o me ayuda pero no nada malo o que me ponga triste.

—Señorita, ya llegamos —me avisa el señor Jesús.

—Gracias, señor. Y discúlpeme todas las molestias que le he dado —y me bajo.

Camino. Y pienso: ¿ahora qué? No tengo a donde ir ni mucho menos diner. Me siento sola, nadie está para mí y creo que hice mal en un huir del pobre Kris. No, yo hice bien porque lo ofendo mucho. Observo al frente y no estoy muy lejos de casa...

"Pip… pip… pip… pip…"

Escucho un auto pitar y observo atrás. O Dios, ¿será Kris? Debe de estar molesto, tengo que entretenerlo y huir, sí, eso debo de hacer.

—¿Por qué te fuiste? —dice cuando se baja de la camioneta—. No sabes lo preocupado que me pusiste.

Dijo, ¿preocupado?

—¿Preocupado? —repito.

—Si —contesta viéndome fijamente.

No puedo creerle.

—¿Adónde ibas?

¿Ahora qué hago?

—Kris...

Veo como me mira sin expresión.

—Daniela... —me imita.

—Lo siento —bajo la cabeza apenada.

¿Seré Suya? 1° ParteWhere stories live. Discover now