Capítulo 35

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Cuando Kris regresa a por mí, pues no pudo alcanzar al tipo me ayuda a ponerme de pie y ahí es cuando siento el dolor en mi tobillo derecho y para no caer me sujeto con ambas manos del cuello de Kris.

—No puedo caminar, me doble el tobillo cuando él me tiró —le digo conteniendo las lágrimas, pues al apoyar el pie el dolor incrementa.

—No apoyes el pie —se agacha frente a mi dándome la espalda —. Vamos, sube a mi espalda.

Subo a su espalda a como él lo dice y miro que se dirige hacia el estacionamiento de automóviles conmigo en su espalda como mono...

—¿De quién es este auto? —le pregunto al ver que lo abre con confianza y dicho auto no está cerrado.

—Es de un amigo y tiene la maldita maña de no cerrarlo —se encoge de hombros cuando arranca.

—Por favor, llévame al hospital. Me duele mucho el pie —le digo ahora si llorando y mi pie hinchándose poco a poco al paso del tiempo.

—Pasaremos a por una farmacia por unas cosas y luego nos iremos a casa y no se discute más este tema —dice mientras maneja.

Espero por Kris una media hora, pues en la farmacia que se detuvo para comparar algo para mí, está muy llena y pues, aunque él sea empresario tiene que esperar por su turno para ser atendido.

Mi corazón se duele cuando miro que Kris atiende una llamada y sonríe por la llamada y me duele el alma cuando dijo —: Te extraño muñeca iré a verte pronto —pero en esta ocasión sé que no es Bella, pues sabe que lo estoy escuchando yo y no le importa llamar muñeca a quien haya sido esa chica frente a mí, si cierto que no somos nada, pero ya nos hemos besado varias veces.

—¿Quién era? —pregunto una vez me da las bolsas por la venta y luego se da la vuelta para montarse en el auto e irnos a quien sabe dónde.

–¿A tu hotel o al mío, nena? —pregunta muy coqueto.

Me encojo de hombros dándole a entender que no tengo ni la mínima idea de adonde ir, pero estando con él a mi lado no me importa estar debajo de un puente o en un palacio de cristal, cualquier lugar junto a él es mágico para mí, claro eso no tengo el valor de decírselo.

La bolsa de hielo me está haciendo temblar y eso que solo está en mi pie derecho que es donde tengo el problema de mi golpe y Kris no me deja quitarme la bolsa del pie.

—Vamos, no seas llorona que faltan cinco bolsas más, amor... —guarda silencio cuando se da cuenta de cómo me llamó.

—¿Cómo me llamaste? —le pregunto sonrojada, pues lo dijo con tanta ternura que se quedó retumbando lo dulce su voz en mis oídos.

—Lo siento, no vuelve a pasar —se disculpa y saca la segunda bolsa de la tina y la pone en mi pie.

—¡Diablos! quita eso de mi pie, está muy frio —pataleo, pero me sujeta las piernas y me pone la segunda bolsa.

Luego miro que prepara una inyección...

—¿Qué vas hacer con eso? —le pregunto asustada.

—Tengo que ponerte esta intravenosa para que se te desinflame el pie, porque solo esto te podrá ayudar, además si vamos a la clínica te harán lo mismo por eso mejor lo hago yo mismo sin necesidad de tener que hospitalizarte —sonríe.

Mi trasero es agujerado por la aguja y se me pone dura la nalga cuando Kris me puso la inyección todo por no hacerle caso de ponerla relajada y respirar a destiempo.

—Daniela, se me olvido decirte que vas a sentir una sensación en tu...

—¡Vagina! —grito súper histérica cuando siento comezón en mi vagina.

¿Seré Suya? 1° ParteWhere stories live. Discover now