Capítulo 20

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Para cuando por fin Kris firma y paga el dinero para poder usar un auto en los días que estemos aquí, pues el nuestro está dañado y está en reparación porque según el mecánico vale la pena reparar tan bello auto. Llegamos a la casa de Kris que está en la cima de la montaña unas horas después de pasar por el taller.

Ninguno de los dos ha hablado en el trayecto de camino, así que entramos en absoluto silencio a dicha casita: o al menos así se mira por fuera pero por dentro es como una casa común y corriente, ni muy grande ni muy pequeña, hay de todo y todo en ella a pesar de ser pequeña es muy acogedora, reconfortante para estar se respira un aire de tranquilizador.

Siento las manos de Kris en mis caderas y lo dejo estar que me sostenga estando él a mis espaldas.

—Discúlpame —sonríe apenado una vez me ve mirándolo que me tiene sujeta de las caderas—. Es que estas muy gorda y no podía pasar —sonríe al ver que abro mi boca y me quedo impactada por su insulto. Porque para mí es un insulto que me diga o insinué que estoy obesa.

—Huy, don huesitos —le digo tocando su estómago y grave error, no hay grasita alguna en él sino músculos solidos a los cuales al sentirlos me hicieron apartar la mano de su estómago de inmediato muy apenada.

—No vuelvas a tocarme —dice mirando su estómago y lo miro muy serio—. No si no quieres arrepentirte luego… —sonríe.

—¿Me estas amenazando? —le digo con voz de despreocupación a sus palabras.

Me cruzo de brazo cuando miro que se acerca amenazadoramente sexy a mí ‘‘que pensamientos son estos los míos’’ parece un león buscando su presa, me relajo al verlo que se acerca a mí pero sube la mano para abrir una ventanita de un estante y sacar un vaso.

—¿Qué pensaste, que te acariciaría tu cara sucia? —dice sonriendo.

Me miro en los cristales que hay por todos lados y sonrío al ver mi cara limpia.

—No tengo…

Me embarra la cara con que sé yo que rayos es lo que me ha echado en el rostro.

—Mira de nuevo —dice muriéndose de risa.

En vez de mirarme en el cristal empiezo a correr tras de él y por un momento olvido el dolor de mi cuerpo y comienzo a correr tras él, a pesar de que la casa es chica y de un piso no lo puedo alcanzar, cuando estoy por alcanzarlo se mete en el baño.

—¡Estoy desnudo! —grita muerto de risa otra vez.

—¡Pero algún día saldrás! —le grito furiosa. De la nada empiezo a reírme y a sentirme raramente e inmensamente feliz por estar lejos de la ciudad a solas con él: bien lejos de mis problemas por ahora.

Después de tanto esperar y ver que no sale del baño ideo un plan tonto, pero es un plan.

—Sal, por favor, necesito ir al baño urgente —le digo fingiendo mi voz.

—No lo haré —contesta riéndose.

—Bueno, haré pis en una hoya donde haces tú sopa —le digo mientras hago bulla en la cocina para que salga a salvar sus cubiertos.

Cuando oigo que está abriendo la puerta agarro rápidamente un huevo de la cajilla y agarro la sartén y la uso como espada para darle cuando se acerque.

—¿Qué crees que harás con eso? —pregunta acercándose a paso lento hacia mí.

Sin pensarlo muy bien le tiro lo que tengo en la mano derecha y no le doy con lo que tengo en la izquierda, en otras palabras, la sartén no se dañó al darle en su cabezota pero el pobre huevo se desperdició y baña su pelo.

¿Seré Suya? 1° Parteحيث تعيش القصص. اكتشف الآن