Capítulo 17

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Después de rebajarme a los pies de mi hermano otra vez, bajo la atenta mirada de su mujercita que en vez de mujer parece una muñeca de porcelana vieja preparada para ser echada a la basura, total es lo que es, basura.

Después de haber oído que mi madre está en el hospital y de haberme roto en llanto por la impotencia, por sentirme culpable de todo, por irme con papá así abandonando con mi hermano y su muñequita de trapo a ella.

Salgo corriendo de la oficina de mi hermano hacia George y le pido que me lleve al hospital (claro que le saqué la dirección del hospital a mi hermano) y en cuanto llego le pido a la recepcionista la dirección de la habitación de mi madre (después de decirle que soy su hija me lo da) desde que me dice cual habitación es la de mi madre salgo como corriendo hacia la habitación. Y, aquí me encuentro en un sofá incómodo observándola rota en mil pedazos.

-Ma... ma... mamá... -tartamudeo en cortos gemidos de llanto.

Ella no me puede escuchar, pues me informó una enfermera que la tuvieron que dormir para que estuviera más tranquila, ya que tenía constantes pesadillas los cuales no le permitían dormir por sí misma y no quería comer, ni tomar nada, por lo que la mantenían dormida, me dijo mi hermano que pasaba todo el tiempo viendo fotos de cuando era pequeña y oraba todo el tiempo pidiéndole a Dios que me cuidará y que mi padre no me hiciera daño... le pedía a Dios que volviera...

-Aquí me tienes, mamita... Dios escucho tus súplicas... Aa... Abre los ojitos mamita... Mi... Mira.... Aquí me tienes... He... Estoy a tu lado mami... Aa... Abre los ojos... Mami... Abre los..., por favor... -lloro. Llorar es lo único que puedo hacer.

-Déjala dormir en paz quieres.

Las palabras de mi hermano son muy fuertes para mí.

-Es mi madre también -le recuerdo.

-Ella lo dejó de ser lo cuándo te fuiste y nos abandonaste -me recuerda fríamente.

-Yo nunca los abandoné -lloro.

-Ah, ¿enserio? Y esos tres o dos meses que te fuiste ¿qué? -se me acerca.

Yo solo puedo bajar la cabeza temerosa y débil.

-¡Contesta si puedes! -se enoja.

-¡Ya déjala! -le pide mi padre.

-Y tu, ¿tú que haces aquí? -le habla firme a mi padre.

-Vengo a por mi hija -le contesta mi padre como si fuera algo obvio.

-¿Y qué esperas? Llévatela -me toma del antebrazo y me levanta bruscamente.

-¡No la toques! -le grita enojado mi padre al notar mi mueca de dolor.

-Oh si no ¿qué? -me lanza al sofá bruscamente.

Mi hermano está ebrio. Al parecer tomó de más y no es consciente de que me lastima. Mi padre sale de sus cabales y se lanza a pegarle a Jasón el cual lo recibe gustoso. Así crean un teatro al frente de mis ojos uno le pega el otro, el otro se devuelve el gustoso, uno cae el otro se le sube, el otro le da la vuelta para estar arriba y así sucesivamente. No me gusta lo que veo...

-¡Basta, por favor! -grito desesperada.

Y, ellos me ignoran.

-¡Basta! -estoy angustiada al verlos sucios de sangre-. ¡Basta! -grito una vez más-. ¡Paren! -intento separarlos inútilmente.

-No te metas, hija -me habla mi padre.

Yo no hago caso y sigo intentando.

-¡Que no te metas, Daniela! -me grita mi hermano para soltarme un puñetazo en la mejilla.

-¡Daniela! -grita mi padre al verme caer, por un lado.

Me duele mucho la mejilla izquierda, pero más me duele el corazón. Siento los brazos de mi padre sobre mí, pero lo que más llama mi atención es el grito de mi madre mientras Jasón está con ella.

-Déjame verla, papá -le ruego a mi padre tratando de levantarme

Al conseguir levantarme me acerco a la camilla.

-Mamá... -susurro lo suficientemente alto para que me escuche.

-¡Vete! -grita súper histérico Jasón-. ¡No vez que le haces daño! -señala a mi madre la cual solo es llorar-. ¡No lo vez! -me grita mi hermano.

Yo solo puedo romperme más ante sus palabras hirientes.

-Solo quiero verla -le ruego.

-¡Ella no te quiere ver!

Eso me duele más que cada una de sus palabras.

-Por favor.

-¡Que te vayas!

Mi papá trata de alejarme, pero no me dejo.

Yo confiaba en él...

-Oh qué, ¿me pegaras otra vez? -le tiento, aunque sé que no está bien en ese estado ebrio.

-Vete, Daniela -dice con voz calma.

-No lo haré, quiero hablar con mi madre -le explico.

-¿No entiendes que ella no te quiere ver a ti?

-¡Deja que ella misma me lo diga!

Y miro a mi madre.

Ella llora y yo no me había dado cuenta hasta que la vi.

-Vete, Daniela -no me llama hija, me llama por mi nombre.

-Mamá... Mamá, ¿estás segura? -me han roto esas palabras.

-Ya la has oído, Daniela -dice quitándome la mirada.

Los dos, los dos seres que amo con mi alma están en mi contra.

-Hija, por favor, vete, vete con tu padre -llora.

-Mamá... -no puedo seguir hablado más bien salgo corriendo.

Corro por los pasillos del hospital pasando de largo a George. Corro, corro y corro con el deseo de estar lejos de todo y todos.

Estoy rota por dentro, estoy tan rota que deseo morir. Morir a poco. El dolor es muy fuerte tan fuerte que siento como muero por dentro.

¿Seré Suya? 1° ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora