1. El Reencuentro

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Los personajes de Naruto y Dragon Ball no me pertenecen, son obra y creación de Kishimoto y Toriyama respectivamente.

Nota: Esta historia es continuación de "Dos Saiyajins en Konoha", por lo que recomiendo leer la precuela de este fic a todos los nuevos lectores para que entiendan mejor la historia y no anden tan perdidos.

Tres años habían transcurrido desde aquel día en que los saiyajins partieron sin anunciar.

El shinobi no se fortaleció del conocimiento, ni su mundo encontró soporte en la construcción de firmes cimientos, sino que la desconfianza ensombreció el juicio de los protagonistas de la puesta en escena: los Kages y sus naciones oscilaban en la fragilidad de un famélico e indivisible hilo ninja, que rompería por el extremo más débil en un momento tan previsible como inevitable.

Y el malo se sobreponía a la obstinación humana, se alimentaba de la desunión, desgarraba con sus kunais los puntos más débiles de la carne expuestos por la intransigencia de sus voluntarias víctimas, que no pegaban la espalda a sus camaradas para así preocuparse sólo de los embates que les venían de frente.

Por eso Akatsuki, actuando con cautela pero precisión, se había hecho hasta la fecha con siete de los Bijūs con vergonzosa facilidad, sellados todos en una estatua hambrienta, de rasgos terribles e inhumanos que no esperaba más que devorar al Hachibi y al Kyubi, y en retribución a sus acciones, la organización criminal de la que todavía poco o nada se sabía, debía cargar con una única pérdida, la de Sasori, muerto a manos de Sakura Haruno y la anciana Chiyo que también estaba muerta: sacrificó su vida para dar aliento al helado y rígido cuerpo de Gaara luego de que se le extrajo el Shukaku.

¡Por cierto! El único clavo makibishi enterrado en la sandalia de Akatsuki, lo representaba aquel pequeño y ojeroso pelirrojo, ahora Cuarto Kazekage de su aldea, y único aliado firme y honesto con el que podía contar Tsunade, la Godaime Hokage.

Ōnoki, A y Mei Terumi, no se atrevían a establecer una alianza abierta, demasiado orgullosos y prepotentes en tratar de solucionar los propios asuntos entre el rigor y arcaísmo de las leyes de los ninjas. Es la naturaleza del ser humano, que lejos de reflexionar y evadir la trampa en el futuro, cae en ella incontables veces y se hace daño muchas más. Porque la memoria es reciente y selectiva, y pensaron que la experiencia vivida hacía tres años en la invasión de Cooler, no se repetiría jamás. Y por eso, cada aldea perdió a sus respectivos Jinchūrikis por preocuparse de lo que hacían las demás, y en poco tiempo llegaría el turno de Killer Bee si las naciones no decidían trabajar unidas.

Poniendo las cosas claras: fue como si la marcha de Goten y Trunks, lejos de solventar las diferencias y los egos, hubiera puesto loco a medio mundo en cuanto se hizo noticia de sus partidas, y ahora cada quien quería aprovechar y buscar oportunidades aun donde no las había, con el fin de saciar sus intereses.

Por ejemplo, cuando Sarutobi (en aquel entonces el Tercer Hokage) anunció que el mundo ya no tenía saiyajins, fue como si el demonio le entrara al Raikage, y un lamentable atentado se perpetró durante una misión del equipo 8 en donde Hinata casi resulta secuestrada otra vez por ninjas de la nube, y Kurenai por poco y no lo cuenta de lo herida que resultó. ¡Razón suficiente para declarar una guerra! Pero Sarutobi respiró profundo y optó por solventar la tensión abogando por la diplomacia, y esperando que incidentes de semejante naturaleza quedaran en la esterilidad del fracaso.

Pero no. Pequeñas riñas como guerrillas solían estallar en cualquier área geográfica del planeta que se pudiese imaginar. Los afectados más inmediatos eran los ninjas masacrados pertenecientes a aquellas aldeas pequeñas y modestas, que ante el creciente poder y monopolio de los cinco grandes, debían vender sus habilidades al mejor postor y terminaban pagando los kunais rotos; ahora los cobardes Kages no enviaban a sus propios ninjas cuando se trataba de ejecutar acciones ilícitas como el fallido secuestro de Hinata, sino que a partir de ese hecho, comenzaron a utilizar los servicios de shinobis de Amegakure (la lluvia), Kusagakkure (la hierba), o Takigakure (la cascada). De esta manera protegían sus identidades y oscuros procederes.

El Pecado de los Shinobis Where stories live. Discover now