15. Desde otra perspectiva

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Chris:

Salgo de las duchas para dirigirme a los vestidores, el entrenamiento fue intenso.  Visto rápidamente para ir a casa a cambiarme para después ir al trabajo.

Esto me agotaba, pero era una rutina que adopte desde los trece años a raíz de los problemas en casa.

—¡Oye Law! ¿Qué dices de ir por unas cervezas saliendo de aquí? —propone Zac, uno de mis amigos.

—No estaría mal, pero recuerda que yo no bebo.

—¡No seas gallina! Nosotros tampoco tenemos los dieciocho pero igual lo hacemos, ¿le temes a qué?

—Mis padres se darán cuenta y van a castigarme.

—Deja a Chris en paz Zac, él es un buen niño —bufa mi otro amigo, Nicholas.

—Es un mariquita, le teme a el cinturón de su papito —vuelve a burlarse Zac.

Ambos ríen pero no me importaba, beber era algo a lo que le temía.

Mi móvil emite un sonido dentro del maletín donde guardo mi ropa, lo tomo y veo que es un mensaje de mi novia.

Natalie:
Ven por mí, quiero que me acompañes a casa ¿si? Estoy estresada y necesito de ti para dejar de estarlo, tú sabes muy bien como.

Ella suele ser muy mandona, la única razón por la que volvemos es porque ella me distrae de los problemas que tengo, que veces es algo insoportable pero no es mala; ella es dulce pero muy en el fondo.

Salgo del gimnasio y voy hasta el patio donde la encuentro sentada en su banca favorita, voy hacía ella, de inmediato noto a las demás porristas que han hecho las pruebas entre ellas veo a Gina así que espero a que se marche pero no lo hace y Natalie ya me ha visto y no me queda de otra que ir con ella así Gina me vea.

—Hola nena ¿cómo te ha ido? —la saludo con un beso en los labios.

—¡Horrible! Una de las chicas se atrevió a humillarme a mí ¿te lo puedes creer? Y mira —me muestra sus manos —, me rompió una uña.

Fantástico, estaba física y mentalmente agotado, debía ir a casa a vestirme y volver a salir, pasar cinco horas trabajando parado sin un lugar donde sentarme, regresar a casa para limpiarla, hacer las tareas, entrenar para tener resistencia física y tener que lidiar con mi padre ebrio, ahora también debo de aguantar el berrinche de mi novia por una uña rota.

—No es para tanto Nat, mejor salgamos ya de aquí.

—¡¿No es para tanto?! ¡¿sabes acaso cuánto cuesta mi manicura?

Decido darle un beso para que cierre la boca, logro mi cometido, ella se aferra a mí para profundizar el beso, besaba tan bien que me daban ganas de más.

—¡Jóvenes! Esos actos de indecencia no son aptos para este lugar —dice la regente.

Natalie pone los ojos en blanco, toma mi mano y hace que nos vayamos.
Salimos del colegio debo llevarla hasta su casa, por desgracia tenía el dinero justo y ella vivía en un suburbio lujoso que estaba apartado de la ciudad.

Al salir veo con alivio a su chófer que vino por ella, hace que subamos y esté empieza a dirigirse a su casa.

—Definitivamente necesito un auto, papá me lo prometió pero dicen que debo ganarmelo con mejores calificaciones y yo necesito uno ahora ¿Qué hay de ti amor? ¿cuándo te darán uno?

—Pues... —trato de inventar algo —, dijeron que cuando ingrese a la Universidad, así que mi espera será más larga que la tuya.

—Qué lastima —ríe y se calla.

Sin Salida Where stories live. Discover now