21. Lo que esconde una sonrisa

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Algunos días después:

Chris:

Todo ha vuelto a la normalidad, me siento mucho más aliviado pues la competencia me obligaba a estar lejos de Sam, nisiquiera puedo imaginar como estuvo ella todos estos días.

Me meto a la regadera, me doy un baño rápido para ir a la preparatoria hoy; a pesar de mi cansancio y sueño por trabajar anoche el doble de mi turno debo ir a la colegio porque luego me  meto en problemas.

Me pongo el uniforme y cargo mi mochila, salgo de mi habitación y me dirijo a la de Sam.

—Sam ¿pequeña? Ya despierta —abro las persianas para que entre la luz del sol.

Por lo general solemos despertarnos muy temprano para tener el tiempo suficiente para hacer ciertas cosas.

—¿Mmm? —dice somnolienta.

—Ya levántate Sam, ya amaneció. Ven parate, te daremos un baño.

—Está bien. —se para fatigada.

Ella entra a la regadera, salgo y bajo las escaleras. Me pagaron hace dos días así que compré víveres, pagué los servicios y lo demás que tengo son para los medicamentos que Sam necesita para combatir su asma, el problema era que solo me alcanzan para las más necesarias.
Preparo el desayuno, hago huevos revueltos y la infusión de durazno que le gusta tanto.

—¡Chris ya estoy lista! —grita desde el piso de arriba.

—¡Ya vengo Sam!

Subo las escaleras, entro a su habitación, veo que ya está vestida y espera que le ayude con el cabello.

—¿Chris?

—¿Si? —seco con la toalla sus pequeños pies y le pongo las medias y zapatos.

—¿Papá está?

—No, no llegó anoche.

La miro y la sensación de tristeza se apodera de mí, odio que ella tenga miedo y odio a mi padre por generarselo, también odio a mi madre por habernos dejado, si quiera se la habría llevado a ella en lugar de dejarla en esta vida miserable que le ofrezco.

—Que bueno, porque a Cupcake le da miedo —abraza a su unicornio de peluche.

No hago más que darle una sonrisa torcida.

—Ven —la tomo de la mano y la acerco hacia el espejo para peinarla, cepillo su cabello castaño con suavidad.

—Hoy debemos ir al hospital ¿cierto? —pregunta con vista fija al espejo.

—Si —peino su cabello en dos trenzas —,  ¡lista! mira —señalo al espejo —. Quedaste preciosa.

—¡Gracias Chris! —sonríe.

Esa sonrisa es el motivo que me tiene en pie y dispuesto a hacer lo que sea por verla bien.

—Bajemos a desayunar, debo irme ya.

Baja saltando y contenta, nos sentamos a la mesa y la observo, su inocencia y dulzura es lo más bonito que tengo.

Observo el reloj y ya casi es hora de entrar a clases.

—Bueno Sam —me levanto de la mesa y cuelgo mi mochila en mi hombro —, ya sabes las reglas, no hagas enojar a...

—No hagas enojar a la señorita Parker, no te acerques a los perros de la señorita Parker porque puede darte una alergia, no le preguntes a la señorita Parker porque no la visitó la cigüeña, no te alejes de la señorita Parker, no correr ni hacer esfuerzo y la última quedarme ahí hasta que llegues por mí. Ya lo sé, lo repites siempre.

Sin Salida Where stories live. Discover now