58. Culpas

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Alice:

Chris había logrado algo que nadie más podría haber hecho: calmar mi dolor.

Después de aquella charla donde me brindo palabras de aliento y consuelo fuimos a almorzar, no pude dar ni un bocado. La tristeza me mantenía inmune al hambre, cansancio o dolor corporal.

-¿Estarás bien? -interroga cuando estaciona fuera de la casa de la abuela.

-Trataré.

-Si no te sientes bien puedes llamarme, vendré a la hora que sea. ¿Lo sabes?

-Si, lo sé.

Suspira, se acerca para abrazarme y reposar su cabeza sobre la mía, acaricia mis mejillas con ambas manos.

-Te amo arañita.

Lo que dice me hace sentir felicidad, beso una de sus manos y sonrío levemente.

Mi mirada se desvía a la calle y noto la camioneta de papá.

-Ya debo irme.

-Está bien, descansa y trata de comer.

Deja un beso en mis labios y bajo de su auto, lo veo irse y entro a casa. Llego a la sala y escucho una conversación de mi padre con la abuela.

-¡Sé qué fuiste tú quien se lo dijo! ¿Cómo pudiste? ¿Tienes idea de lo devastada qué está?

-Señora, yo no he abierto la boca. Lo juro por mis padres, no he tenido la valentía de decir en voz alta lo que hizo Rachel, menos para decírselo a mi hija.

-¿Estamos en juicio buscando culpables? -interrumpo la riña.

Ambos se callan de inmediato y se dedican miradas llenas de intriga.

-Hija... -papá llega hasta mí para darme un abrazo -¿Dónde estabas?

-Salí a pensar algunas cosas.

-Pasemos a la mesa por favor. -pide la abuela.

Obedecemos, me siento a la cabeza de la mesa y a cada lado tengo a la abuela y a papá.

-Si quieren que me sienta mejor con todo lo que esta pasando necesito la verdad de cada uno, sé que los tres tenemos una versión de las cosas que han pasado. Ya escuché a la abuela, quiero oírte papá.

Mi padre luce nervioso ante mi pedido, ve a la abuela y baja rápidamente la mirada cual niño pequeño.

-Hazlo Adam. -le dice la abuela.

Papá aclara su garganta antes de hablar, se rasca la nuca desacomodando su sombrero.

-Yo conocí a Rachel desde que éramos unos niños, fuimos amigos toda su vida pero solamente eso. En la preparatoria llegó un punto en el cual la veía más feliz de lo normal, me pedía que la encubriera en ciertas cosas por la estricta crianza de Adelaida. Conforme paso el tiempo tontamente le confesé que estaba enamorado de ella, algo que no le gustó para nada porque dejó de hablarme por semanas, después supe de su noviazgo con el "perverso Mark", empecé a ayudarla con que su noviazgo este oculto para Adelaida, llegaba el punto que hasta tenía que salir con ellos por si nos encontrábamos a sus padres en la calle.

-¡Entonces es tu culpa! -vocifera Della -¡Tú eres el culpable de que ella se involucrará con él y yo no pudiera protegerla!

-¡Usted la enclaustró en una vida llena de prohibiciones! Le elegía la ropa que vestir, le elegía la gente a quien podía hablar, le elegía los canales que ver, los libros que leer y el esposo que tener. Yo y ella pagamos eso, sus incansables ganas de controlarla y ponerme de su perro guardián hicieron que mi presencia la hartara, por eso nunca pudo verme como algo más que un fastidio. ¿Usted cree que yo no desee que me amara? ¡Yo la amé toda su vida! No había un solo día desde que la conocí que no ansiara la mañana para verla en la escuela. Traté de hacerla feliz, de ser posible le habría regalado el mundo pero ni eso hubiera bastado, su corazón le pertenecía a otro y sin importar lo que yo pudiera darle jamás se igualaría a lo que él le ofrecía porque lo que hacía valiosas las acciones son de quien vienen y no que tanto hagan.

Sin Salida Where stories live. Discover now