3. Mi lugar

160 40 189
                                    

Algunos días después:

Habían pasado las fiestas con total rapidez, la navidad fue maravillosa en casa de la abuela, chocolate caliente, pasteles, pavo, calabazas rellenas.

La ausencia del abuelo fue muy notable, él siempre se encargaba de que las fiestas fueran memorables, contaba anécdotas divertidas y tenía un buen sentido del humor que tenía a todos contentos.

Por mi parte estaba de regreso en el pueblo, debía hacer maletas para mudarme con la abuela.
Mi closet estaba prácticamente vacío, doblo mis prendas y las guardo en las maletas, repentinamente alguien llamada a la puerta.

—Adelante.

—Adivina quién soy -interroga mientras cubre mis ojos con sus manos.

—¡Sab! —suelto risitas y me giro para abrazarla.

—Ingrata, ¿pensabas irte sin despedirte?

—Claro que no, pasaría por tu casa para despedirme.

—Te traje tu regalo de navidad, pero no lo abras hasta estar sola.

—Gracias, también te compre algo en la ciudad.

Me aproximo al otro lado de mi cama y tomo el obsequio para entregárselo.

—Feliz navidad Sab.

—¿Puedo abrirlo ya?

Asiento y estruja el regalo contra su pecho emocionada, abre la bolsa de regalo y extrae un proyector de luz con siluetas de mariposas, sabía cuánto le gustaban.

—¡Me encanta! ¡Gracias! —me abraza en agradecimiento haciendo que pierda el aire de mi estómago por su fuerte agarre.

—Qué bueno que te guste.

—Adoro todo lo que me das, pero amo las mariposas y te amo a ti por saber eso.

—Somos mejores amigas, claro que lo sé.

—Bien, debo ir con mi padre para ayudarle. No olvides llamarme antes de que partas, ¿si?

—Lo haré.

—Nos veremos después entonces, te quiero.

Se despide y sale de la habitación, termino de llenar mis maletas y las cierro. Me siento en la cama por un momento mientras acaricio el cobertor, miro al rededor, aunque no lo diga extrañaré un poco el estar aquí. Mi habitación era algo pequeña, tenía pegatinas de hadas por las paredes, mismas que había pegado cuando tenía ocho años. Sobre el espaldar de la cama tenía las fotos que me gustaba tomar, los caballos de la granja de papá, las flores del campo, el lago, pero la mayoría eran mías con Sabine. Una sonrisa se dibuja en mi rostro al notar los múltiples pósters de One Direction pegados en las paredes, también tenía un cuadro de mi novio que no sabe que es mi novio: Harry Styles.

Limpio mi mejilla por la lágrima que acababa de caer, me ponía sensible recordar tantas cosas vividas en estas cuatro paredes, pero mi recuerdo más preciado es de cuando mis padres venían a darme las buenas noches antes de que mamá muriera.

Mi vista se dirige al reloj de pared, ya debía irme. Tomo mis maletas y empiezo a arrastrarlas para salir de casa, las bajo por las escaleras y logro llegar al piso de abajo con algo de dificultad, veo a Tanya barnizar sus uñas sentada frente al televisor, empiezo a buscar a mi padre por toda la casa, prometió llevarme hasta la estación.

—¿Papá? —digo mientras recorro el lugar en su búsqueda —¿Papá? —no había señales de él, camino hasta la sala para preguntarle a mi madrastra
—Tanya, ¿y papá?

—Salió hace mucho, ¿para qué lo buscas? —cuestiona sin dirigirme la mirada por estar concentrada en sus uñas.

Trago grueso y resoplo molesta.

Sin Salida Where stories live. Discover now