7. Las cartas sobre la mesa

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Todo lo que había empezado a vivir parecía mentira, un sueño, una ilusión. La abuela me hacía sentir amada, a pesar de ser nueva y sea mi primera semana los maestros me consideran brillante y lista, mis nuevas amigas me hacían sentir cómoda y alguien divertida.

Nos sentamos en el mismo lugar donde nos conocimos, mis amigas hablan de una nueva serie, mi mente estaba alejada pensando en todas las cosas por las que tenía que sentirme agradecida y entonces estos se desvanecen al ver aparecer en el jardín a un grupo de chicos, uno de ellos llama mi atención en particular. Era el más atractivo de todos, era alto, de un metro ochenta y cinco sin exagerar, tenía el cabello en ondas en un tono castaño claro, tenía una nariz de botón, su barbilla era ancha, su piel es blanca pero no al punto de verse pálido, sus cejas son pobladas, sus labios eran medianamente gruesos, pero lo más atractivo en él eran el lindo color de sus ojos verdes claros como las esmeraldas.

Lo veo aproximarse a nosotras, me cosquillean las palmas y no evito pensar en que no había visto un hombre tan atractivo en persona.

—¡Ya vengo! —dice Gina, poniéndose en pie.

La veo ir con él, entonces él era el famoso Chris que es la calamidad de las mujeres y ya veo porque.

—¡Aghh! Solo míralo, es tan falso que no creo que vaya en serio con nuestra amiga —reniega Katia.

Gina sonríe, juega con sus cabellos de forma coqueta y lo mira con admiración.
Él le deja un beso en la mejilla para después irse, nuestra amiga regresa de prisa con una flor en la oreja echa de papel.

—¡Miren lo qué me dió! Me hizo una flor de origami en la clase de artes, ¿no es lindo?

—Si claro, ¿no pudo comprarte una de verdad? —comenta Katia con molestia.

—Dí lo que quieras amiga, pero él y yo seremos novios.

—¿Por qué lo dices?

—Porque me dijo que nos viéramos hoy por la noche, presiento que me pedirá que sea su novia y por supuesto le diré que si.

—Gina, va a joderte el corazón, por tu paz y estabilidad no le creas nada.

—Katia, por favor —Gina pone los ojos en blanco —. Hablas de él como si fuera un monstruo y no lo es, es sensible, tierno, amoroso, empieza a quererme y es real.

—Tranquilas, tal vez y solo tal vez Gina tenga razón -interrumpo para poder detener la riña —, y Gina oye a Katia, ella te lo dirá porque te quiere y no quiere que nada malo te pase.

—Puede que tengas razón Ali, pero yo confío en él y en su amor por mí pero igual gracias a ambas.

Katia ladea la cabeza mientras apreta la dentadura, Gina se ve feliz con la flor de papel y la aprecia entre sus dedos.

El receso termina y retornamos a clases, las últimas asignaturas concluyen y era hora de ir a casa.

La noche llegó, era hora de dormir y estaba agotada, otro día bueno en la escuela y en casa. Me arropo entre las sábanas, entrecierro los ojos a punto de quedarme dormida cuando de repente mi móvil vibra sobre la mesa de noche e ilumina débilmente la habitación con la luz de su pantalla, lo tomo y veo en la pantalla es una llamada grupal.

Sin Salida Where stories live. Discover now