32. La venganza rosa

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Con una inexplicable alegría corro al borde de un risco, recogiendo flores y juntandolas en un ramillete, escucho el movimiento de las aguas del mar que hay debajo. Avanzo hacia el vacío, no puedo dejar de correr, el viento hace que mi vestido se eleve por los aires. El camino se termina y caigo al agua fría, me sumerjo, las flores permanecen flotando, intento salir a la superficie. Las algas me sujetan las piernas, no puedo salir a la superficie, las algas me toman por la cintura y hace que entre más a la profundidad del mar, toman mis rostro, una melodía se oye y las algas bailan al son de un lado para el otro. Siento una presencia extraña por detrás, unas cálidas manos toman mis hombros y con una voz tan dulce me susurra al oído: "Ven conmigo" desenreda las algas de mí, no puedo verle el rostro, sus castaños cabellos se lo cubren, en lugar de sacarme del agua me sumerge mucho más, intento zafarme y forcejeamos, el cabello se hace a un lado y puedo verle el rostro, está hinchado, con los labios azules y la tez morada con los ojos saltones y una mirada terrorífica.

–¡Déjame!– despierto sudando frío y gritando

Miro hacia el reloj, marcan las 03:49 am
¡No otra vez! Desde la primera noche que soñé con esto no ha parado, todas las madrugadas levantándome sobresaltada, el mismo lugar, el mismo mar, la misma melodía. Algo más tranquila me cubro la cara con el cobertor intentando conciliar el sueño nuevamente cierro los ojos y quedo dormida.

Al día siguiente:

¡Toc, toc, toc! Escucho el desesperado llamado a la puerta, doy vueltas en la cama y los rayos del sol que invaden la habitación por la ventana, dándome directamente en la cara, cubro mi cara con las sábanas.

–¡Llegarás tarde al colegio!– escucho la voz de Della– ¿Acaso se te pegaron las cobijas niña?– me deja al descubierto

–Disculpa Della, no pase muy buena noche– froto mis ojos y voy al cuarto de baño

–¿Y qué esperabas? Si ayer llegaste a las 01:53 am ¿Dónde andabas?

Ignoró la pregunta, salgo por un momento y la abrazo

–Perdóname por haberme comportado ayer así contigo, no volverá a suceder

–Por supuesto que no, y yo me encargaré de eso– me da palmaditas en la espalda– acepto tus disculpas, pero ya date prisa– Sale de la habitación.

Lavo mis dientes, me doy un baño corto, me visto con el uniforme, seco mi cabello, pinto mis labios con un color discreto, uso máscara de pestañas y rizo mis pestañas, peino mi cabello y lo adorno con un broche, uso la pulsera de mamá y cargo mi mochila, estoy lista.

Llego hasta la sala y ahí están papá y Tania, papá me llama haciendo una seña

–¿Aún están aquí?– sonrío

–Sí, no contaba con qué desaparecieras con el auto ayer– ríe también

–Esperamos a qué bajaras para despedirnos– me dice Tania

–Escúchame hija, sí decides terminar la secundaria en Llano está bien

–¿Por qué haría eso?

–Estoy casi seguro que desde lo que hiciste ayer las cosas podrían cambiar para ti...

–¿A qué te refieres?– interrogo

–Solo te diré dos cosas: Tu abuela no es así como en los cuentos. Y puedo afirmar que el cuento favorito de Adelaida es el de Rapunzel– besa mi cabeza y me deja confundida

–Adiós Alice– Tania me abraza y besa mi mejilla

Dan media vuelta encaminandose a la salida de la casa, escucho un carraspeo y giro, es Della

Sin Salida Where stories live. Discover now