Prólogo. 💄

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Misterios

La vida me enseñó a no rendirme por ningún motivo. -MileDen.



Gianna

Por lo general no tomo demasiado helado. Mi madre tiene la costumbre de repetirme todos los días la cantidad de azúcar y grasa que contiene una sola cucharada. También, por lo general, no hago caso a las exigencias y berrinches de una mujer que parece odiarme a pesar de que soy su hija.

Así que aquí estoy, sentada en una heladería del centro de Palermo disfrutando un cremoso helado de fresa; el cual, apenas meto en mi boca hace que mi cerebro se congele por completo y eso provoca que mis amigas se rían al ver la posible mueca graciosa que hago.

Se ríen hasta que a una de ellas les pasa lo mismo.

Estos son los momentos que no cambiaría por nada del mundo, amo pasar con ellas. Al menos me hacen olvidar un poco de mí, quizá triste realidad y de la que quizá odio. O quizá no.

—Entonces... —Regina pone una expresión seria después de los minutos de risa— tú cumpleaños dieciocho se acerca ¿Tus padres harán algo?

—Es obvio que van a hacer algo grande —quien contesta por mí, es Anna.

¿Por qué cada vez que trato de no pensar en eso ellas lo arruinan?

De todas maneras, no hace falta ser un genio para saber que me harán la fiesta más grande de Palermo o de Sicilia, incluso de Italia. Todos mis cumpleaños han sido así; pero como mamá dice: una princesa de la mafia merece lo mejor.

Lo bueno, o lo malo —depende de cómo lo mires— es que mis dos amigas saben quién soy y quién es mi familia. Y aunque en un principio me preocupé por eso, ellas no me juzgan y no me ven como una chica peligrosa que está a nada de dirigir toda una organización criminal.

Ser parte de la mafia italiana me ha causado muchos problemas desde que era niña, en especial con las relaciones y amistades.

Todo comenzó en la secundaria, en la escuela privada donde estudiaba. Todos —como era obvio— tenían dinero, pero yo era quien más tenía.

No sé cómo es que se entraron de que mi posición era la princesa de la mafia. Mi apellido empezó a sonar en todos lados, ya no de una buena manera. El apellido Greco es reconocido por la serie de bares, restaurantes y casinos que hay en la ciudad de Palermo. Para el mundo somos grandes empresarios.

Claro que no es así. O bueno, no todo es así.

En fin, cuando se enteraron en la escuela de que pertenecía a la mafia. La mayoría de chicos y chicas me tenía miedo. No querían no acercarse.

Otro porcentaje tenía envidia y otros me odiaban al recibir más atención por parte de maestros. Todos decían que me sacaba buenas notas por dar dinero a los profesores. No era así. Siempre fui una nerd.

Al no tener amigas, ni nadie que me tomara en serio, entré en una horrible depresión, lloraba todo el tiempo, no quería comer. No quería nada.

Papá me llevó a un psicólogo y según en especialistas, lo mejor era que me pongan en una escuela pública y que nadie sepa quién soy. Mamá por supuesto se volvió loca y dijo que no debía pisar un lugar así, pero ante la insistencia de todos, terminé por entrar en el último año de secundaria en una escuela pública, incluso desde ese momento mis padres decidieron no mostrar mi rostro o de mis hermanos al público. Lo sigo manteniendo así, muchos no conocen el rostro de la hija de Ángelo Greco. Y es en ese último año donde conocí a Regina y a Anna.

Nella Mafia © | ITALIA 1|Onde histórias criam vida. Descubra agora