Capítulo 18.💄

373 22 2
                                    

Lujuria

Y tienes esa habilidad de acelerar mi corazón, sin siquiera tocarme. -Anónimo.



Gianna

La lengua húmeda de Berlín pasa por todo mi rostro para que me despierte, intento apartarlo, pero me resulta imposible con su peso. Es ahí donde decido moverme para que deje de llenarme la cara de su saliva. Me limpio el rostro antes de abrir los ojos, mi perro solo ladra feliz mientras sube y baja de la cama tan energético que hasta me sorprendo.

Tengo que en algún momento tomarme un día para jugar y darle el tiempo que se merece.

No logro ni siquiera despertarme bien cuando el teléfono móvil ya suena, haciendo un escándalo completo en mis cuatro paredes. Me quejo.

De mala gana tomo el aparato y con algo de dificultad miro el número. Es de la clínica, así que no espero nada en ponerme alerta y casi preocupada por la inesperada llamada tan temprano en la mañana.

Buen día señorita Greco —me dice una voz femenina apenas contesto—. Soy la doctora Sandra Polizzi. Atiendo al señor Marino.

—¿Él está bien? —es lo que pregunto cuando me siento en la cama.

—Sí, nada de qué preocuparse. Pero la madre del señor está aquí junto con una señorita. El señor Russo me dijo que le pida autorización si alguna otra persona quería entrar.

Deben ser su madre y su hermana.

¿Cuáles son sus nombres?

Cordelia y Paula Marino...

Sí, deja que lo vean. Y por favor diles que estaré ahí en pocas horas.

—Cómo diga, señorita. Tenga un buen día.

Me cuelga.

¿Por qué demonios Alessandro haría eso? De todas formas, no me detengo a pensar. Voy a vestirme lo más rápido que puedo e ir a esa clínica. Quizá Matteo ni siquiera quiera hablar con su madre. Tendré que inventarme algo de por está en ese estado sin que parezca muy revelador.

En el momento que me levanto rumbo al baño se escucha un toque en la puerta. No me inmuto cuando veo Pia con la común bandeja de comida. Ya puedo ver a mi perro salir corriendo.

Buongiorno —saluda dejando la bandeja a los pies de mi cama

—Buen día, Pia.

—Señorita, su padre quiere hablar con ustedes. Dice que es importante.

Y no puedo imaginar otra cosa que no sean regaños, siempre será así. Ángelo piensa que aún soy una niña pequeña que necesita reproches de lo que hace su hija. Estoy bastante consciente que veo mantenerme centrad con la organización, pero Alessandro ha consumido mi tiempo solo por sus mierdas.

—Dile que espere en mi oficina. Bajo en unos minutos.

—De hecho, está esperando fuera. Dice que no tiene mucho tiempo —ya pongo los ojos en blanco ¿es en serio?

—Que entre entonces —empiezo a sacar ropa del armario.

Mientras decido que ponerme ya siento la presencia de papá. Escucho cuando la puerta se cierra.

Nella Mafia © | ITALIA 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora