Capítulo 27. 💄

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Fabrizio Russo

La sonrisa delata lo que el pensamiento esconde. -Anónimo.



Nápoles. Campania.

La vida de Fabrizio era una de las mejores, desde niño ya tenía todo en claro de que su vida sería placeres y lujos. Y lo fue, hasta que conoció al que sería el amor de su vida.

Recuerda haberla visto con el cabello tan largo que se sorprendió, era tan negro como los pensamientos que tenía con ella. Ya pudo imaginar que sus hijos saldrían con el color de su cabello. Así fue...

Pero los años cambiaron a Fabrizio, cada vez tenía menos tiempo para su esposa y para sus hijos. Y aunque trataba de ser un buen esposo, la carne es débil, al igual que los instintos de Fabrizio. Tras el primer engaño, ya todo se fue a la mierda. Tras el primer engaño su vida se volvió una miseria.

Su esposa parecía odiarlo y cada noche se dormía pensado que ya no iba a despertar jamás.

Pero su vida se volvió aún peor cuando desde que su hijo tomó el poder. Para él, todas las decisiones que tomaba estaban bien. En su mente era un buen líder y no se arrepiente de nada. Nunca se arrepentirá del dinero que ganó traficando niñas, del respeto que se ganó en el mercado negro y los bajos mundos de la mafia.

Y ahora después de siete años desde que su hijo tomó el poder está listo para tomar una de las decisiones que podrían acabar hasta con su propia vida. Su hijo nunca que decía los planes que tenía o por los problemas pasaba. Alessandro era como él. Solitario, calculador y frío. Quizá de eso es de lo único que se arrepiente. Entrenar y educar a su hijo para que en sus días tomara su puesto. Y como su hijo obviamente no le decía nada de lo que hacía. Todo tenía que investigar por sus medios.

Ya no podía recurrir al único hombre de su confianza que trabajaba para Alessandro. Él ya estaba muerto. Lo recordaba con tristeza.

Recurrió a Julia. Obviamente no tenía mucha oportunidad de hablar con ella. Había dos hombres custodiando su puerta y no sabía si dentro había más hombre. La habitación del sótano la había diseñado él mismo y solo él sabía que no solo había una puerta por donde ingresar.

Su hijo estaba en Bacoli y esa era su única oportunidad para que nadie lo viera.

Detrás de la mansión había un helipuerto el cual tenía una puerta escondida detrás de la plataforma. Es puerta llevaba directo aún pasillo que daba a la habitación del sótano.

Esto es fue hecho en caso de emergencia.

Era igual que la mansión en Bacoli, cada rincón de esa casa fue diseñada por Fabrizio y sus hermanos, pero solo él y su difunto padre sabían los pasadizos y entradas secretas que allí se encontraban.

Incluso él mismo sabía que pronto todos esos lugares secretos le servirían para que su hijo no lo encuentre.

Lo buscarían y no lo hallarían a pensar de, que podría estar en sus propias narices.

Era temprano en la mañana del día domingo cuando se había levantado de la cama que compartía con su esposa. Ni siquiera se tomaba molestia de cambiarse de ropa. Salió en una simple bata por la puerta trasera. Le costó escabullirse de los pocos hombres que rodeaban la casa y que trabajaban para su hijo; pero logró conseguir llegar hasta la base del helipuerto. Con la linterna de su teléfono alumbró su camino hasta la habitación donde se encontraba Julia.

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