38. ¿Manos a la obra?

91 21 0
                                    

12 de Agosto, 7 de la tarde.

¡Es hoy, es hoy! Después de un maldito mes Edda por fin vuelve al trabajo, y que bueno pues esto se me estaba haciendo una gran tortura. Espero que la detective Duarte se de cuenta de la capacidad que ella tiene para los casos y que la admita en nuestro equipo, ¡que emoción! Ella debería de llegar en cualquier segundo.

— ¡Hey! ¿Como estás?— García llega por detrás mío y me besa el cuello.

— Deberías controlarte, si nos ven nos van a regañar y no quiero meterme en problemas por tu culpa.

— Que amargado andas hoy.

— Estoy ocupado, deberías irte...— al voltear a verla puedo notar que lleva dos botones de su camisa desabrochados— y abróchate eso— ella rueda los ojos.

— Bien, háblame cuando dejes de ser un completo idiota— ella se va, a su oficina creo, no lo se ni me importa. Estoy mas preocupado por la llegada de mi compañera que por ella.

Quizás sea un poco cretino de mi parte pero la necesito para que me ayude a convencer a Duarte de que el caso de Gael no es un suicidio sino un homicidio, descubrí que el chico sufría de bullying en su universidad, mas bien, desde que es un niño. Hable a escondidas con varias personas y me dijeron que el no tenía absolutamente ningún amigo, también que había unas chicas que eran las que mas lo fastidiaban a cada rato; soy una de las pocas personas que no creen en las casualidades y créanme cuando digo que esta vez presiento que no se trata de una.

Resulta que la chica principal, la líder del grupito, a Gael le gustaba pero ella se sentía inalcanzable para el, no se ella pero yo al ver su cuerpo noté no estaba tan mal.

En fin, necesito pruebas de que ella fue o tuvo algo que ver para eso tengo que ponerme a trabajar ¡pero no puedo! Estoy más concentrado en la llegada de Edda que en esto sinceramente y eso no está para nada bien.
Soy el compañero de ella y por lo tanto es mi deber hacer mi trabajo, aportar algo al equipo y no simplemente ser alguien que espera que hagan todo por el.

Se que estoy mal pero me acostumbré a eso durante toda mi vida, siempre había alguien que me hacía los trabajos o me daba las respuestas en los exámenes, los que siempre me ayudaban eran los nerds indefensos, a cambio, yo los protegía. En la universidad yo era parte de todos los grupos que podían existir, si, llámenme el chico popular si quieren; me llevaba bien con todos, todos me querían e incluso a veces me obedecían. Así que lo que hice fue aprovechar eso, yo fui un defensor de los nerds.

Nunca creí que eso me llegaría a afectar, creí que el ser policía era más que solo papeles y aunque así es, aún no logro poner de mi parte en el trabajo, sigo siendo la fuerza bruta aunque ahora no hay ningún nerd al cual defender.

Escucho aplausos en la entrada, me levanto de la silla casi corriendo para ir a abrazar a mi amiga, quien no puede caminar pues hay una bola de oficiales queriendo abrazarla y deseándole una buena bienvenida.

— ¡Ey, no, bajame!— chilla cuando la cargo. Ya extrañaba mucho verla con su uniforme de policía.

— Bien, señores, abran paso, dejen en paz a Edda que tenemos trabajo que hacer.

Todos se alejan poco a poco, puedo escuchar como algunos me maldicen pues no tuvieron oportunidad de darle un abrazo ni saludarla.

— Eres famosa por aquí.

— Bueno, creo que eso pasa cuando recibes una bala por alguien... ¿que tenemos de trabajo?

— Ya que lo mencionas... tengo un caso, es de un chico de veinte años, encontrado en un parque con cortadas en los brazos, como si se hubiera suicidado.

No es un crimen si no hay un cuerpoWhere stories live. Discover now