55. ¿La heroína de la fiesta?

74 21 0
                                    

30 de Agosto, 12:25 de la madrugada

Nombre: Lucas Montenegro
Edad: 18
Tipo de sangre: O+
Estatura: 1.65 m

Conocí a Zulia hace un par de meses, ella fue a venderme galletas a mi casa, al verla... me enamoré, era una niña muy tierna, sus ojos brillaban, su piel era impecable y resplandeciente, se que ella me vio de la misma manera, pude sentir que de ella desprendía algún tipo de emoción, de sentimiento solo con verme.

- Hola... buenas tardes, me llamo Zulia y estoy vendiendo galletas para recaudar dinero para el tratamiento de mi hermano, ¿le gustaría comprar algunas?- dijo, su voz era tal dulce y tierna.

- Claro, ¿de cuales tienes?- ahí fue cuando me empezó a decir toda la variedad que tenia.

No recuerdo que fue lo que compré solo se que fue más de lo que me habría imaginado. Ella se fue contenta por la calle a venderle a mis vecinos. Resistí el impulso de ir tras ella para ayudarla porque bueno, no es común ver a una niña de nueve años caminando con un adulto y es aún más extraño si no se conocen en absoluto. Ese día me la pasé pensando en ella, me dije a mi mismo que tenía que olvidarla ya que jamás la volvería a ver.

Antes de que me comiencen a criticar por lo que soy, por que me atraen los niños dejenme decirles que... estan en todo su derecho, yo también me aborrezco, me siento como una persona enferma de la mente, me odio a mi mismo por todo lo que me caracteriza...

Al siguiente día Zulia pasó por la calle de nuevo, vi que quería tocar mi puerta pero no lo hizo, yo estaba cerca de la ventana así que salí casi corriendo para pedirle mas galletas, la única excusa que podía tener para hablarle.

Le pregunte por su hermano a lo cual me contó que tenía leucemia, después la dejé ir. Al siguiente día fue lo mismo, al día después de ese también, al otro pasó lo mismo, estuvimos como una semana o mas de esa manera, ella iba me vendía galletas yo le hacía un par de preguntas ella respondía y se marchaba.

Hasta que un día ella llegó a mi puerta con solo un paquete de galletas.

- Te las regalo.- me dijo, dejandome con el dinero extendido en la mano.

Se sentó en el escalón y palmeo el suelo para que me fuera a sentar con ella, creí que si los vecinos salían me verían raro o me regañarían por estar hablando con una niña, pensé en otra opción pero era peor, pensé en decirle que pasará a mi casa y se sentara en la sala, como dije, era peor.

Me senté en la tierra para platicar con ella, esa tarde se fue casi hasta la noche a su casa, me dijo que vivía un tanto cerca a unas seis calles, así que no había problema.

Al siguiente día pasó lo mismo, solo que esa vez si me cobró las galletas. Estuvimos como unas tres semanas de esa manera.

Era extraño lo que sentía cuando estaba con ella, Zulia era muy madura para su edad y había vivido experiencias que me dejaban picado cuando las contaba, yo también le contaba cosas acerca de mi vida, ella siempre hacia preguntas acerca de todo como la niña curiosa que era.

Un día me contó acerca de las atrocidades que la hacían pasar los niños que vivían donde ella, siempre la hacían sentir mal cuando quería salir a jugar, la hacían enojar, la tiraban del cabello, le rompían su ropa con tijeras de cocina e incluso a veces le aventaban piedras. Ella nunca había dicho nada porque le tenía miedo a los padres de esos niños.

Yo quería hacer algo para ayudarla pero no podía sin meterla en problemas, si le decía a su padre probablemente me correteaba con un bate o me haría miles de preguntas acerca de como conocía a su hija, no podía ir con la policía a demandar a esos niños porque me harían demasiadas preguntas acerca de como se lo que había pasado.

No es un crimen si no hay un cuerpoWhere stories live. Discover now