71. ¿La bruja de Nina?

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17 de septiembre, 7 de la tarde.

La señora se mantiene perpleja mirando a Edda, ¿ella es su abuela?

- Astrid... cuánto tiempo...

- Si, ha pasado mucho... desde la ultima vez que te vi.

A juzgar por la manera incómoda en que se hablan me atrevo a decir que no terminaron bien su relación. La señora lleva unas bolsas de ropa, de una marca muy reconocida.

- ¿Te gustaría tomar un poco de té conmigo?- la viejita la ve a los ojos, Edda voltea a verme, como si yo fuera su salvación.

- No... quiero decir, después, o no se, llevamos prisa...- está a punto de comenzar a caminar pero la toma del brazo.

- No seas grosera, soy tu abuela... ¿acaso no piensas presentarnos?- la señora posa su mirada en mi, le sonrío lo más amablemente que puedo.

- Ella es Leah, mi novia- nos estrechamos la mano, no reaccionó como creí.

Estoy acostumbrada a que las personas mayores se queden sin palabras para decir ante este "tipo" de relaciones. Entrecierro un poco mis ojos para enfocarla mejor, siento que la conozco de alguna parte...

- Mi local está a unos cuantos pasos, vamos.

Seguimos a la viejita por la calle hasta el puesto #60, Edda me toma de la mano y la aprieta, por un poco más estara encajándome las uñas, entiendo que este nerviosa, hace mucho tiempo que no ve a su abuela, de hecho diría que no la considera parte de su familia pues siempre que le preguntan si tiene una dice que no.

La señora saca las llaves de su brassiere y abre la puerta de su local.

Herbolaria y artesanías.

Edda es la primera en entrar, me detengo un poco en la puerta al sentir un leve mareo. El aroma de especias abunda en el lugar, está un tanto desordenado, tiene muchas figurillas de porcelana por todas partes, podría jurar que pueden verme. Hay atrapa sueños colgando en las paredes con diferentes precios en ellos, al igual que velas aromáticas de color rojo en las esquinas, las vitrinas en la pared tienen dentro frascos con diferentes nombres de plantas.

- Pasen, por aquí.

Pasamos por las vitrinas del centro hasta la puerta trasera, de ella cuelga un pedazo largo de organza con algunas lentejuelas decorativas, la hago a un lado al pasar.

- No tardaré- la señora desaparece por otra puerta que da hacia la cocina, supongo.

- Si te pide tu mano, no se la des, no dejes que la lea, si te pregunta por tu niñez, no contestes, si te quiere leer las cartas di que no, si te pregunta acerca de un amor pasado, o algo por el estilo, tampoco respondas.- se apresura a decir Edda. No comprendo, ¿por qué dice todo eso?

Asiento con la cabeza aunque ella no haya hecho ninguna pregunta, Edda no es de las personas que dan órdenes así que esto debe ser algo realmente importante para ella.

Observo a mi alrededor, hay una pequeña mesa en el centro, muñecas de porcelana y tela adornan unas repisas en la pared, aquí también hay velas de color rojo y unas cartas de tarot sobre la mesa, en una esquina está un buró que tiene sobre el un cenicero en forma de cisne, las bolsas que traía hace un rato las dejo en el suelo muy cerca de la puerta.

Ella vuelve con una tetera y tres tazas de té.

- Siéntense, por favor- Edda y yo le obedecemos.

Mi novia no despega ningún ojo de su abuela mientras ella sirve el té.
Nos pasa una taza a cada una, mi dedo se quema al tocar la loza de porcelana, lo dejo un momento ahí para esperar a que esté tibio.

No es un crimen si no hay un cuerpoWhere stories live. Discover now