12- Sleeping Dragons

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–Es una zanja–, dijo Kara con desilusión, mirando desde la aplicación GPS de su smartphones hacia el canal fangoso que se extendía frente a ellas. –Hemos conducido durante siete horas con resaca por algo llamado Wiley Ditch.

–No recuerdo haber dicho que tuve resaca–. Luthor se puso las gafas de sol más oscuras de lo normal con más comodidad.

Apenas había hablado durante la mayor parte del viaje, lo que le convenía a Kara, dado que se había despertado gruñona y miserable. El exceso de vino era solo en parte culpable. Se preguntó si Luthor lamentaba haber bajado la guardia la noche anterior. La idea hizo que Kara estuviera aún más malhumorada, pero no había forma educada de plantear eso en una conversación. Además, su cabeza palpitaba demasiado para intentarlo ahora.

–No fue una resaca entonces–, contestó Kara con alegría forzada. –¿Prefieres cansada y emocional? ¿El luto después?

Luthor suspiró. –¿Podemos centrarnos en el negocio en cuestión? Tu dispositivo parece limitado–, apuntó al celular de Kara. –El GPS de mi Saab dice que nuestro destino está realmente al final de esta zanja–. Ella señaló a la distancia.

Kara levantó la vista para ver un pequeño y denso bosquecillo de árboles a unos 800 metros de distancia. –Bien entonces–. Ambas mujeres salieron del auto. Kara toqueteó la pesada puerta y ésta se cerró de golpe.

La cara de Luthor se transformó en una expresión agria. –¿Era necesario que hicieras eso?– siseó mientras cerraba cautelosamente su propia puerta y la trababa. Se frotó la sien.

–Sin resaca, ¿eh?– Kara sonrió de lado. Como era de esperar, se encontró con silencio.

Se pusieron en marcha. Era un terreno plano, casi todas las tierras eran de cultivo junto a la zanja pantanosa y cubierta de maleza, y en poco tiempo estaban casi en los árboles.

Hubo una fuerte explosión en lo alto.

Kara inmediatamente tiró del brazo de Luthor y la tiró al suelo. Otra explosión resonó a su alrededor. Kara le dio un empujón a Luthor, empujándola hacia la zanja empapada tres pies más abajo. Hubo una fuerte explosión y una maldición. Kara trepó tras ella, chapoteando en el espeso agua marrón bordeada de vegetación verde.

–¿Qué demonios estás haciendo?– Luthor farfulló. El barro había empapado la parte delantera de su blusa y sus pantalones estaban empapados. Ella trató de levantarse pero Kara golpeó su mano firmemente entre sus omóplatos, empujándola hacia abajo con un silbido.

–¡No! ¡Y por el amor de Dios, cállate!

Luthor giró la cabeza.

–Alguien acaba de tomar un par de tiros a nosotros–, gruñó Kara suavemente. Se quitó una maleza de su cara y se inclinó sobre un codo.

–¿Estas segura?– Luthor se levantó mirando a su alrededor.

–¡Sí estoy segura!– Dijo Kara, tirándola hacia abajo. –Tres de mis hermanos cazan. Sé cómo suenan los disparos. De acuerdo, parece que podemos hacer un plan para regresar al auto a lo largo de esta zanja. Habrá mucho barro, eso sí.

–¿Estas loca? Y esto va más allá de lo absurdo. ¡Nos disparan en el medio de la nada!

–Sí, bueno, podría ser que nuestros matones estén de mal humor porque no pueden encontrar la portátil rosa. O tal vez quieren evitar que encontremos a nuestro denunciante.

–No pueden ser esos dos imbéciles–, argumentó Luthor. –Si nos hubieran seguido, los disparos serían desde atrás, no por allá–. Ella señaló bruscamente hacia los árboles.

Uɴᴇxᴘᴇᴄᴛᴇᴅ Sᴘᴀʀᴋs?  /SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora