XXIV - Azul, prestado, viejo y nuevo

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Lena se quedó mirando el espejo ovalado de cuerpo completo en la habitación de Meemaw, donde había estado aislada para su preparación. Su vestido de novia de color marfil estilo diosa fluía hasta sus tobillos. Tenía intrincado bordado de brocado plateado en la cintura. Ella extendió sus manos por su estómago, no es que hubiera una arruga a la vista. Era un ajuste perfecto. Se giró y se miró a sí misma. ¿Qué pensará Kara al respecto?

–¿Bien?– le preguntó a su observador silencioso.

–Precioso–, dijo Tad, la admiración calentaba su tono, luego miró su teléfono. –Ooh, me tengo que ir. Estoy en el servicio de recogida de invitados con ese atractivo hermano Danvers. Estamos ayudando a todos los miembros mayores de la familia que no tienen transporte a llegar aquí.

–¿El hermano atractivo? Los cuatro me parecen iguales.

–Oh, bien, el gay.

Lena se volvió asombrada. –¿Quién?

–Como si pudiera hacer un seguimiento de los nombres. De todos modos, él legítimo me revisó. Está tan en nuestro equipo. Lo señalaré más tarde. Está bien, nos vemos en la ceremonia.

–Todo bien–. Ella hizo una pausa. –¿Tad? Me alegro de que pudieras venir.

Él sonrió. –Yo también. Las ovejas rosadas de la familia tenemos que estar juntas–. Él dudó, mordiéndose el labio, luego abrió los brazos.

Mi familia no abraza, protestó su cerebro, incluso cuando él la abrazó, cálido y feroz, como los que ella se había acostumbrado a ver a los Danvers ofreciéndose. Deberíamos haberlo hecho, murmuró su cerebro un momento después, mientras el amor por su sobrino brotaba en ella.

La sostuvo por unos momentos hasta que ella se relajó y sus manos llegaron a su espalda. –Si crees que esto significa un descuento en el alquiler...– le susurró al oído.

Tad soltó una carcajada y dio un paso atrás. –No estoy seguro de cómo puedes descontar cero. Ooh, ¿a menos que planees pagarme para vivir en tus excavaciones en Los Ángeles?

–Thadeus–. Le devolvió una bofetada juguetona. –Ahora vete, sé útil.

–Sí, tía L–. Se rió entre dientes.

Cuando sus piernas lo alejaron de su vista, otra figura le pasó por la puerta.

La mirada de Lena volvió al espejo. Ella todavía se sentía un poco emocional; Como regla general,  no hacía demostraciones emocionales más que abrazos.

La nueva llegada llegó a pararse detrás de ella y la observó con apreciación. –Simplemente hermoso. Le encantará ese vestido–, dijo Meemaw.

–Espero que sí.

–Ella lo hará. Pero aún no he visto que te equivoques cuando se trata de este negocio de la moda. ¿Es todo sin esfuerzo para ti?

–Clases de aseo y comportamiento: cuatro años–. Se volvió hacia Meemaw, con los labios tirando hacia arriba. –Mi madre se aseguró desde muy joven que nunca la avergonzara.

–Disparates. Los niños necesitan cometer errores y satisfacer su curiosidad. Insistir en que no hagan nada vergonzoso es solo criar un robot. Y sin embargo...– Meemaw inclinó la cabeza. –No eres así, ¿verdad?

–No–. Dio un suspiro triste. –Sin embargo, mi hermano no tenía el nivel de desafío que yo tenía.

–Una pena. ¿Donde esta él?

–Pensé que estaría aquí, pero probablemente se le ordenó faltar.

–Bueno, al menos ese espléndido sobrino tuyo está aquí–, respondió Meemaw. –¿Un actor, dijiste? Es guapo. Podría ser un modelo. ¿En qué ha estado? Estoy segura de que lo he visto en algo.

Uɴᴇxᴘᴇᴄᴛᴇᴅ Sᴘᴀʀᴋs?  /SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora