V - Reunion y comida

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En el momento en que Kara abrió la puerta de la casa, un par de torbellinos familiares de color marrón chocolate descendieron sobre ella en una ráfaga de ladridos y golpes de garras en las tablas del piso. Sintió que Lena se congelaba detrás de ella, por lo que bloqueó el camino de las caninas para evitar que se arrojaran a la nueva visita. Kara ciertamente entendía ese impulso cuando se trataba de Lena.

Boomer y Daisy sabían que no debían  saltar sobre la gente; lo habían aprendido tras meses de un duro entrenamiento, pero apenas podían contenerse al ver a su adiestradora después de tanto tiempo. Sus colas golpeaban y sus cuerpos enteros se agitaban de emoción.

–Ey. ¿Me extrañaron, eh?– Se arrodilló y les dio a ambas un abrazo alrededor del cuello y rascó detrás de sus orejas.

Daisy la esquivó bajo el brazo y pasó disparada hacia Lena.

Uh oh.

–¡Daisy!– Kara se giró y levantó la vista para ver la expresión resignada de Lena mientras plantaba los pies y se preparaba.

Daisy se inclinó, preparándose para saltar.

–¡Daisy! ¡Abajo!–, dijo Lena. El tono era bajo, agudo y penetrante. La voz de mando casi hizo caer al suelo también a Kara. Daisy se detuvo en una masa desgarbada de pelaje, músculo y cola agitada a los pies de Lena. Incluso Boomer cayó instantáneamente a la posición sentada. –Buena niña–. El tono era un poco más alto ahora, y Lena se apoyó sobre una rodilla y le ofreció a Daisy su mano para que la inspeccionara y oliera.

–¿Cómo?– La boca de Kara se abrió. –¿Cómo demonios hiciste eso?

Lena sonrió. –Cuando comencé el periodismo, una vez tuve que escribir un artículo sobre el arte de un perro bien entrenado. Entrevisté a todos los mejores expertos en el campo. Pasé muchas horas en eso. El secreto está en el tono de voz, al parecer, y haciéndoles saber que eres el alfa en la manada. Tienes que creerlo. Pero solo funciona si un perro ha sido entrenado. Parece que estas dos lo están.

–No suenes tan sorprendida–. Kara sonrió abiertamente. –Y confía en ti para pensar que eres la hembra alfa.

–¿Cuándo no lo soy?– La sonrisa de Lena se ensanchó. Se concentró en Daisy, a quien le otorgó una palmada cortés por unos momentos. Se inclinó hacia Boomer y repitió el gesto exactamente por el mismo tiempo.

Kara observó esta rutina ordenada, desconcertada.

–Se aplican las reglas del paquete Husky–, explicó Lena. –No se puede dar cariño a un perro sin que ningún otro se ponga celoso.

–Um, está bien.

–¿Nunca viste el canal Animal Planet?

Kara se encogió de hombros. –No hay cable para nosotros. Papá ni siquiera ve la televisión–. Se agachó frente a Daisy y le dio un saludo, ganándose una lamida en la mejilla. Ella levantó la vista. –Bueno, debo decir que estás llena de sorpresas. Entonces, ¿aprendiste todo esto en el trabajo? ¿No tuviste perros mientras crecías?

–Las mascotas definitivamente no estaban permitidas.

–¿Ninguna? ¿Ni siquiera un pez dorado?

Lena se levantó. –Podrían haber sido una distracción de mi trabajo escolar–, dijo secamente.

–Es una pena. Hubieras sido una gran madre con ellos.

–Me gusta pensar que sí–. Lena estudió a las mascotas atentas, todavía sentadas firme en la atención. –Fue un placer conocerlas a las dos–, les dijo en un tono serio. –Les agradezco a ambas por no maltratar mi blusa de Donna Karan

Uɴᴇxᴘᴇᴄᴛᴇᴅ Sᴘᴀʀᴋs?  /SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora