Prefacio

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PRÓLOGO

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PRÓLOGO

La ululación del búho retumbó por toda la granja e hizo sobresaltar a Zada Blake, quien estaba leyendo tranquilamente un libro. Ella se levantó y se asomó a la ventana para contemplar como la lluvia azotaba los cristales. Las gotas se resbalaban, unas más rápidas que otras, como si estuvieran haciendo una carrera de quién llegaba antes a la meta. El fuerte viento hizo que las ramas de un árbol arañasen el cristal de la ventana por la que ella estaba observando el paisaje.

Giró su cabeza para ver al chico rubio que estaba durmiendo encima de unas cuantas de mantas en el suelo. Sonrió al ver lo mono que estaba con los pelos alborotados.

Zada se había escapado de casa con él. Haberse fugado con él lo veía como de película. La típica película que la chica se escapaba con el chico que le gustaba, vivían aventuras, se enamoraban y comían perdices. Esa misma historia era con la que soñaba ella. Mas sentía la culpa de haberlo engañado. Ella le dijo que se quería ir de su casa por peleas familiares que no aguantaba más mientras que el verdadero motivo era que estaba recibiendo mensajes amenazantes. Unos mensajes de los que quería huir bien lejos.

Un chico de la ciudad de Riddle Woods había desaparecido hace muchísimo tiempo y unos meses después lo habían encontrado muerto en la orilla de un río. Justo el mismo río que pasaba al lado de la granja donde se encontraban ellos dos. Nadie sabía nada de lo que le había podido ocurrir. Ni siquiera los policías se habían molestado en indagar más en el asunto. Cuando se encontraron al chico muerto dieron el caso como cerrado. Eso a Zada le fastidió demasiado. Cuando ella se enteró fue rápidamente a investigar sobre el caso. Ella era una chica muy curiosa y le encantaban estos temas.

Sin embargo, no debió de haberlo hecho. Investigar sobre el asesinato la ha puesto en peligro y ahora iban a por ella. Tenía que escapar fuera como fuera. Meter al chico que tanto amaba en ese asunto sin decirle la verdad hacía que su interior radiara culpabilidad, pero ya no había vuelta atrás. Ella ya no estaba segura en esa ciudad y tenía que huir, tal y como le dijo una persona con la que se puso en contacto.

Zada suspiró cuando su reloj empezó a sonar. Este le avisaba de que llegaba la hora de partir. Había quedado con esa persona, quien le dijo que podría protegerla de las amenazas. También decía saber todo lo que estaba pasando. La ciudad de Riddle Woods escondía muchos secretos. Era una ciudad que tenía muchos misterios sin resolver.

Caminó hasta el chico rubio. Se agachó y dejó el libro boca abajo aún abierto. Acarició su melena con delicadeza y abandonó la granja.

(...)

Llegó a la orilla del río, que era donde había quedado con ese individuo. La lluvia ya había cesado. Estaba todo a oscuras y apenas se podía ver. Ya no solo era por la oscuridad, sino también por la niebla que la lluvia había dejado. Hacía frío. Cada vez que exhalaba formaba una nube de vapor con el aliento.

Se sentó en la fría y húmeda hierba a esperar a esa persona. Se abrazó a sí misma y frotó con las manos sus brazos para darse calor corporal y así no congelarse en esa fría noche. Mientras esperaba, para matar al aburrimiento, tomó un palito y empezó a jugar con él dibujando cosas en la tierra mojada.

El búho la siguió en todo momento y no paraba de ulular rompiendo el silencio que dejaba la noche oscura. Ella ya no sobresaltaba cada vez que lo escuchaba. Ahora sentía que era como un alma protectora para ella.

El tiempo corría y nadie aparecía. Miró el reloj que tenía en su muñeca y suspiró al ver que había pasado ya una hora. No quería seguir esperando ahí sola. Zada estaba asustada de verdad. Sentía temor de aquel oscuro lugar donde apareció el chico muerto. Tenía miedo de la persona con la que había quedado.

No tenía ni la más remota idea de por qué ese supuesto hombre había quedado con ella. Y más en un lugar como ese en plena noche y a solas. Podría ser el asesino del chico y querer asesinarla justo en el mismo lugar. El pánico se apoderó de ella al tener esos pensamientos rondando por su cabeza.

Se levantó del suelo con rapidez y observó el campo que tenía a su alrededor con determinación. Dio una vuelta sobre sí misma para vigilar el lugar y emprendió su camino de vuelta a la granja. No obstante, antes de que pudiera dar un paso, apareció alguien entre unos árboles que había a unos escasos metros de ella. Zada no alcanzaba a ver quién había en aquel lugar, pero le cortó la respiración un temor que se estaba apoderando poco a poco de ella. Ese sujeto se mostró como una sombra totalmente negra y tétrica. Ni siquiera la luz de la luna podía llegar a alumbrarla para ver quién era realmente. Ella achicó sus ojos para identificar así mejor a la persona y nada. No veía absolutamente nada. La niebla y la oscuridad conspiraban en su contra. Un trueno resonó en el cielo. Otra tormenta estaba por venir.

Esa silueta negra empezó a caminar con lentitud hacia ella, provocándole pavor y angustia. Zada dio unos pasos hacia atrás y se tropezó con una piedra. Cuando cayó al suelo, un sonido hueco resonó en el silencio del río. Su cabeza impactó de lleno con una dura roca del terreno.

La sangre empezó a chorrear por su cabeza mojando por completo su pelo negro como el carbón. La roca había provocado en su cráneo una fina línea por la que el líquido rojo intentaba escapar. El golpe ocasionó que su cuerpo dolorido permaneciera inmóvil y sus parpados empezaran a resultar pesados. Una simulación de sueño comenzó a usurpar su cuerpo frágil y magullado.

Empezaron a caer gotas, una tras otra, hasta que la lluvia se volvió más fuerte, hundiéndose con fuerza y rapidez sobre ella.

Aún no llegó a perder la noción por completo cuando divisó a esa persona agachándose junto a ella. La luna alumbró su cara y podría haberla identificado si no fuera porque la oscuridad se apoderó de su mirada y el negro tiñó sus pupilas. Una luz tenue le permitió avistar entre la opacidad una melena rubia volando con la fuerza del aire. Lo último que sus oídos lograron escuchar cuando su cuerpo se apagó fue la ululación del búho que retumbaba incesantemente en aquella noche frígida e impasible.

 Lo último que sus oídos lograron escuchar cuando su cuerpo se apagó fue la ululación del búho que retumbaba incesantemente en aquella noche frígida e impasible

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Buenas a todos y a todas!! Os presento por fin el proyecto en el que llevaba trabajando desde hace más de un año. Estoy muy orgullosa de como ha salido y espero que os guste mucho. Os quería comunicar que los capítulos serán actualizados cada domingo. Podéis seguirme en mis redes sociales de Instagram itsnezla (donde se hablará sobre este libro y otros que vendrán); pensamientxs.nocturnxs (subo frases de todo tipo) y _literarygirl (ya os podéis imaginar de que va). Y podéis contactar conmigo por mi correo electrónico (elena.nezla@gmail.com). Os quiero lunáticos míos <3 [así os llamaré jajajaj] Hasta otra!!

Atte: Nezla

Aguijón Verde [SUSAC#1]Where stories live. Discover now