16. El número desconocido.

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CAPÍTULO 16

EL NÚMERO DESCONOCIDO

TORI

Cuando Alex terminó de contarme casi toda su historia con Zada, nos fuimos de nuevo a la fiesta; él en busca de su amigo que había venido a recoger a su primo Daryl y yo para irme a mi habitación a descansar un poco, mientras que la fiesta seguía activa.

Mi habitación estaba cerrada con llave para que ningún descerebrado se le ocurriera utilizarla como escenario de su película erótica, pues ya me pasó una vez y fue una experiencia muy desagradable. La llave la tenía colgada en el cuello, por lo que me la quité y abrí la puerta para desaparecer de la fiesta.

El tema del secuestro de Zada y el dolor que podría conllevar Alex en su interior hizo que me pusiera mala. No tenía ganas de fiesta ni de nada, solo de dormir y desear que pasara el fin de semana para poder hablar con él sobre el caso e intentar solucionarlo, no sólo por el bien de esa chica, sino también porque quería quitarle ese dolor de culpabilidad a mi compañero de Francés.

«Eso es otra historia, rubia», retumbaba esas palabras en mi cabeza.

De un momento a otro en la conversación salió el tema de la familia y no pude evitar preguntarle por ella. Pensé que iba a pasar de mí, que iba a ignorar la pregunta, pero que dijera esas palabras me sorprendió bastante. Puede que tuviera que ver con la misma familia de Vivian, o a lo mejor no y tenía otra familia distinta. Por un instante, ya me había convencido de que era imposible que ellos pudieran ser hermanastros, por lo que me comentó Vivian, pero tras las confesiones de Alex y su mirada pérdida, que confirmaba que era totalmente cierto lo que me estaba contando, me hicieron otra vez un revuelto de papas en el cerebro. De nuevo, estaba confundida, y eso me enfurecía.

Me tendí en la cama tras cerrar la puerta otra vez con llave, por si algún que chico ebrio entraba y me despertaba de mi sueño, y cerré mis ojos con el sonido de la música retumbando en mi casa. Menos mal que mi casa tenía paredes insonorizadas y la fiesta apenas me molestaba, por lo que podía dormir plácidamente sin ningún ruido que me molestase.

(...)

Ya había pasado el fin de semana y había llegado con él el comienzo de un nuevo lunes. Me encontraba en la entrada del instituto con mi grupo de amigos, hablando sobre cotilleos de la fiesta mientras esperábamos que tocara el timbre para entrar a clases.

Estaba esperando a Alex y no lo veía aparecer por ninguna parte, solo pude observar a sus dos amigos sentados en un banco bajo un cerezo ya marchitado por el otoño. Me apoyé en el coche de Christian, impaciente por encontrarlo, y me crucé de brazos, diciéndome a mí misma que ya mismo se presentaría con su coche.

«¿Venía en coche, no?», me pregunté.

Bruno llegó con su moto, la aparcó con estilo y se acercó a Georgina, una chica del grupo de Faith, la capitana de las animadoras. Ese grupo siempre se juntaba con el nuestro, haciendo uno más grande, y sus componentes eran los segundos más populares del instituto. Sin embargo, no me agradaban mucho, sobre todo Faith (por ciertas circunstancias).

Me puse nerviosa al sentir la mirada de Bruno en mí.

El día de la fiesta, cuando fui a por el bate de beisbol de mi hermano, Bruno se acercó a mí y me dijo algo en el oído:

—¿En serio ese chico, Tori? —me preguntó y me acarició el brazo que sostenía el bate, dejándomelo flojo por el escalofrío que me provocó con su roce.

Se notaba que iba ya bastante borracho por la manera en que me miraba.

Dejarlo plantado en mitad de mi fiesta creo que fue un motivo bastante obvio para que ahora me estuviera ignorando por completo y estuviera hablando animadamente con Georgina.

Aguijón Verde [SUSAC#1]Where stories live. Discover now