Aguijón Verde [SUSAC#1]

30. La noria.

CAPÍTULO 34

LA NORIA

TORI

El timbre sonó por segunda vez y bajé a gran velocidad las escaleras. Cuando llegué a la puerta, la abrí, permitiéndome contemplar a un estupendo chico moreno con sonrisa celestial.

Hoy era el día de la quedada con Bruno y se me había olvidado completamente. Si no hubiera sido porque él me llamó hace unas horas para recordármelo, lo habría dejado plantado. En cambio, ahora a quien le había dado plantón era a Alex y me sentía un poco mal. Yo fui quien le insistió en quedar para seguir con la investigación mientras que él me decía que estaba ocupado. Alex me hizo un hueco en su horario apretado y ahora le decía que no podía. Ni yo misma me entendía. Pero, bueno, posiblemente a Alex le haya venido bien que lo hubiera cancelado.

Le di a Bruno un beso en la mejilla como saludo. No obstante, este se desplazó a un lado para juntar nuestros labios, haciéndome reír en mitad del beso. Al separarme, me quedé un rato observándolo de arriba abajo. Estaba bien vestido comparado conmigo. Llevaba puesto una camisa celeste de botones elegante y unos vaqueros. A ver, había exagerado un poco, pero yo iba un poco más casual que él, según mi punto de vista. Yo iba vestida con una blusa sencilla, una chaqueta para cubrirme del frío y unos vaqueros cómodos. Nada del otro mundo.

Sinceramente para mí la comodidad iba antes que nada y no veía necesario tener que arreglarme para quedar con un amigo. Ni aunque fuese mi novio. Si yo iba a salir para "pasar el rato", no me hacía falta ir de gala ni tampoco ponerme bonita. Prefería ir tal y como era, al natural, y, sobre todo, lo más cómoda posible. Además, me daba pereza arreglarme, para que mentir.

Bruno era de dinero y podía permitirse comprarse ropa cara, como la camisa que llevaba puesta, para presumirse ante todo el mundo. En cambio, a pesar de que yo también tenía mucho dinero, era todo lo contrario.

Sin embargo, no podía negar en absoluto que él se encontraba muy mono.

Tomé mi chaqueta y me dirigí hacia su coche. Él siguió mis pasos.

No tenía ni la más mínima idea de a dónde nos dirigíamos pero estábamos tardando mucho en llegar a algún sitio. Mientras que la música sonaba, dándole ambiente al coche, observaba a través de la ventana como los pájaros revoloteaban por lo que parecían ser Eucaliptos, que se encontraban en los laterales de la carretera. Estos árboles se reproducían en mis ojos a gran velocidad.

El letrero de Riddle Woods apareció por la carretera a lo lejos.

Aparté mi vista del frente y la dirigí a Bruno con el ceño fruncido. Si antes no sabía a dónde me llevaba, ahora mucho menos. Estábamos saliendo de la ciudad y me parecía bastante raro. Creía que me iba a llevar al típico restaurante nada barato para poder entablar una conversación tranquila. Aunque, ahora que razonaba, ese mismo restaurante se podría encontrar fuera de la ciudad.

Bruno, al notar mi atención sobre él, esbozó una de sus preciosas sonrisas. Estaba súper guapo con las gafas de sol que llevaba puesta para que el sol no le achicharrara las pupilas.

Pasamos el letrero de la ciudad y él aceleró aún más.

El camino estaba siendo bastante silencioso y no era que me incomodase, al contrario, ya que cuando me montaba en un coche todo mi cuerpo se relajaba y en vez de querer parlotear, me gustaba contemplar el paisaje mientras escuchaba la música que sonaba por la radio.

La canción de "Bad liar" de Imagine Dragons retumbaba por mis oídos, llevándome a otro mundo. Siempre me pasaba lo mismo. Me sumía en la melodía y me tele-transportaba a la película que se formaba en mi cabeza. Noté que la letra me identificaba un poco con todo lo que me estaba ocurriendo desde que sabía de la existencia de Alex. A partir de ese momento, el miedo había sido el primer efecto que mi organismo experimentaba. Las historias que me contaba Vivian sobre ese chico hacían mellas en mí. Descubrir que él podría ser peligroso no me gustaba nada, pero a la vez había una pequeña parte de mí que se sentía a salvo a su lado.