2. La pelea.

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CAPÍTULO 2

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CAPÍTULO 2

LA PELEA

TORI

Después de estar media hora tomando los apuntes que el señor Gerard anotaba en la pizarra, el timbre comenzó a retumbar por las paredes del instituto, dando fin a la primera hora del día. Todos los alumnos de la estancia recogieron sus cosas a gran rapidez y se levantaron corriendo para salir como balas al pasillo y reencontrarse con sus amigos.

Por mi parte, tomé con calma los libros que había encima del pupitre y los guardé en la mochila. Giré la cabeza a la derecha, donde se situaba mi nuevo compañero de pupitre. Llevaba toda la hora en silencio apoyado sobre su brazo dándome la espalda. No lo vi atender en ningún momento a la lección de hoy, por lo que me imaginé que habría estado durante toda la hora durmiendo. Así era obvio que suspendía. Si no hacía caso a la clase, era imposible aprobar ni aunque tuviese mi ayuda.

Volví mi vista al resto de la clase para visualizar a Bruno, pero este ya no se encontraba en ella. Nada más verlo entrar por la puerta de clase me quedé hipnotizada con sus ojos y ya cuando sonrió... me dejó más que embobada. Por ello, tenía que hablar con él de algún modo. Sin embargo, ya más tarde lo buscaría.

Ahora mi tarea era despertar a mi compañero de Francés vaya a ser que el señor Gerard se acercara a nosotros y lo pillase así, durmiendo. O eso creía que estaba haciendo. No sabía si estaba despierto o no, pues solo podía ver su cabello rubio, pero el chico apenas se movía y la clase estaba ya vacía y en silencio como para que no se percatase de ello. No quería que esto repercutiera en mis notas, por lo que le sacudí un poco para despertarlo. No obstante, el chico seguía sin inmutarse.

Vi por el rabillo del ojo algo moverse: su mano. Me asomé y contemplé que tenía un lápiz y que estaba dibujando o escribiendo algo que no lograba alcanzar con la vista.

Algo llamó aún más la atención de mis ojos. Caminé para ponerme enfrente de mi compañero y ver mejor esa cosa. Observé aquello que había en su oreja y mis ojos se abrieron de tal forma que parecían dos aceitunas. ¡Llevaba puesto los auriculares!

El señor Gerard, que estaba sentado en su mesa mirando unos papeles, levantó la cabeza y se nos quedó mirando un rato, queriendo averiguar el por qué aún seguíamos los dos allí y no yendo a nuestra siguiente clase. Estábamos los tres solos en el aula, además de Vivian, que estaba esperándome en la puerta con más de un suspiro de impaciencia por delante.

Rápidamente, en un acto reflejo, le quité de un tirón el auricular de la oreja que se veía a simple vista y el chico se sobresaltó. Giró su cabeza hacia mí y me miró como si fuera un extraterrestre que acababa de llegar a su planeta a quitarle su tesoro.

—Ha terminado la clase, Brooks, o como sea tu nombre —le comuniqué mientras que él me analizaba con la mirada.

Mi vista fue a parar hacia su cuaderno, no el de Francés, pues ese estaba totalmente cerrado, sino la libreta donde lo había pillado dibujando algo. En un abrir y cerrar de ojos ese cuaderno había desaparecido de mi vista, al igual que mi compañero. Miré a la puerta y lo vi marchar a la velocidad de la luz.

Aguijón Verde [SUSAC#1]Where stories live. Discover now