40. La Lluvia.

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CAPÍTULO 40

LA LLUVIA

TORI

Al día siguiente abrí los ojos y me encontré a Alex durmiendo plácidamente a mi lado. Estaba realmente mono. Sus ojos se encontraban cerrados y tenía los labios hinchados, al igual que sus mofletes, los cuales me daban ganas de estrujárselos como a un patito de goma. El cabello lo tenía bastante alborotado, haciéndolo super adorable. Estaba sintiendo bastante ternura y una sonrisa se me dibujó en el rostro inconscientemente.

Ayer, antes de que Alex se presentara en mi casa a las tantas de la madrugada, me sentía súper mal. Que él no quisiera saber más nada de mí me dolía. No podía dormir y sentía la necesidad de hablar con él. No me gustaba que se hubiera distanciado de mí y lo único que quería era arreglar las cosas, aunque solo fuera como amigos.

No obstante, la manera en la que vino a mi casa me conmovió mucho. Sí, sabía que era algo muy psicópata que él se colara en mi jardín trasero, pero que hubiera contado conmigo cuando estaba en la mierda me hizo sentir especial y más cuando confío en mí al contarme por lo que estaba pasando. Conocer su vida me hacía sentir parte de ella y me gustaba bastante. Que su padre se comportara con él de forma violenta me resultaba una gran falta de respeto. Ni él ni nadie se merecía que alguien, fuera de su familia o no, lo tratara de tal modo.

Ayer tuve la necesidad de volver a probar sus labios, aunque pudiera arruinar el momento. Me estaba arriesgando a que se volviera a alejar de mí, pero quería sentir otra vez esas cosquillas que se produjeron en mi cuerpo en el beso del otro día.

Antes de dormir estuvimos un rato hablando de la vida mientras le acariciaba el cabello. Incluso me atreví a averiguar qué éramos después de todo.

—Oye... —llamé su atención aún con mi mano masajeando su cabeza.

—¿Sí? —murmuró con sus ojos clavados en mí.

—¿Es verdad lo que dijiste el otro día? —indagué y él frunció el ceño—. Me refiero a tu confesión —aclaré y Alex tragó lentamente.

—Ah...eso —masculló, mirando hacia otro lado—. Yo...

—También siento lo mismo —confesé sin pensar.

—Eh... —me miró, sorprendido.

—Desde hace tiempo me pasa... solo que no quería admitirlo, no quería volver a sentir esto por...

—Miedo —terminó la frase.

—Exacto... Siempre te vi diferente, pero... tenía ese pavor a que...

—¿Jugara contigo? —volvió a terminar la frase por mí.

Asentí.

—Me pasa igual, por eso reaccioné así el otro día —reveló con las mejillas teñidas de rojo—. Victoria... tú...

—Lo sé, mi estatus social no es muy favorable —apunté, mordiéndome el labio—. Pero yo nunca jugaría con esto —lo miré directamente a los ojos—. Po-podríamos intentarlo.

—¿El qué? —frunció el ceño y yo paré de acariciarlo. Iba a decir algo pero se me adelantó—. ¿Estar juntos? —asentí.

—No quiero que te sientas presionado a responderme ahora. Piénsatelo, ¿vale? —hablé rápido, nerviosa.

—Podríamos —me respondió— Podríamos intentarlo —me dedicó una sonrisa ladeada.

—¿Seguro? —cuestioné con el corazón latiendo a gran velocidad.

Aguijón Verde [SUSAC#1]Where stories live. Discover now