7. La popularidad.

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CAPÍTULO 7

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CAPÍTULO 7

LA POPULARIDAD

ALEX

Un pájaro. Me sentía como un pájaro enjaulado sin escapatoria, uno que no podía desplegar sus alas para volar. Llevaba seis horas encerrado en esta clase y me estaba exasperando. Ahora comprendía a esas personas castigadas que salían de esta habitación. Iba a salir de aquí completamente loco. Si era que salía.

Estar seis horas encerrado en estas cuatro paredes sin ninguna ventana para ver la luz del sol, viendo la cara de unos profesores amargados que no hablaban, desesperaba bastante. Y yo que me quejaba de las clases... pero ahí por lo menos había personas con las que interactuar o, al menos, a las que poder observar y escuchar. En una clase normal había movimientos, había jaleo, ¡había luz! Pero aquí, ¿qué podía hacer yo? ¿Mirar la pintura que se caía de la pared malhecha? ¿O mirar la hormiga que veía pasar a cada instante por debajo de mi mesa, esperando que algún trozo de mi almuerzo cayese al suelo?

«Querida amiga, siento decirte que no traigo almuerzo. Por lo que tú y yo tendremos un gran vacío en nuestro estómago en el día de hoy», le dije telepáticamente a la pequeña hormiga.

En cambio, la situación fue a peor cuando Victoria Watson entró para hacerme el interrogatorio.

—¿Eres tú quién creó esos rumores de Vivian para hacerte popular? —me preguntó Victoria antes.

¿Cómo iba a ser capaz de hacer esa locura? ¿Acaso tenía yo la necesidad de ser un popular? ¿Una persona egocéntrica sin corazón? ¿Uno como ellos? No, gracias. Estaba muy bien en mi estatus social como el chico invisible, o, mejor dicho, "El Fumeta".

Me dolió bastante que ella pensara eso de mí. Sabía que no me conocía de nada, pero... ahora que por fin intercambiaba palabras con ella no quería que eso fuera así. Y así fue: pensó que sería capaz de ser un sucio descerebrado, queriéndome aprovechar de algo para convertirme en otro algo que no me interesaba en lo más absoluto.

Nunca utilizaría a nadie para esa mismísima ridiculez. La popularidad era lo que menos me importaba en esta vida. Es más, era ese tipo de persona que prefería vivir en las sombras, sin que nadie lo conociera.

No obstante, esa cuestión no era la que más me martilleaba la cabeza, sino una que me temía bastante, como la del bosque. Que me preguntara sobre eso me chocó bastante y aún más cuando empezó a sospechar de mí como si hubiera sido el culpable de la desaparición de Zada Blake o como si fuera un psicópata.

Menos mal que el señor Gerard llegó justo en ese momento y me "salvó" de ese interrogatorio, porque ya no sabía cómo disimular más. Aunque ella me hubiera dicho que esa conversación iba a continuar en cualquier otro momento, me sentí aliviado por quitármela de encima.

Después de otras tres horas, por fin el timbre del instituto hizo la señal del fin de las clases, haciendo que me levantara con una energía que nunca utilicé en mi vida y tan solo para librarme de esas cuatro paredes oscuras que me estaban desesperando de una manera indescriptible. Decían que estar expulsado era el peor castigo que te podían poner, pero estar solo durante toda una jornada en esta clase era una tortura.

Aguijón Verde [SUSAC#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora