45. Ojos Verdiazules.

56 9 3
                                    

CAPÍTULO 45

OJOS VERDIAZULES

TORI

Abrí lentamente los ojos, pero la oscuridad que me envolvía no me permitía ver nada. Mi cabeza estaba atontada. No me acordaba de nada de lo que había pasado. Lo último que recordaba era estar tranquilamente bailando en la fiesta y, de repente, todos mis recuerdos se volvían negro. No sabía dónde me encontraba, aunque por el olor que llegaba a mis orificios podía asegurar que estaba en un lugar donde la tierra predominaba. Me di cuenta de que estaba encadenada a una silla cuando intenté mover mis manos y algo me lo impedía, ya que las tenía retenidas. Era algo como unas cadenas de hierro y no solo envolvían mis muñecas y tobillos, sino que también me rodeaba todo el tronco del cuerpo. Me picaban mucho las muñecas por tenerlas atrapadas contra los reposabrazos de la silla. Mis párpados se abrían y se cerraban adormilados. Aún no estaba consciente del todo, pero mis ojos se querían abrir.

Todo esto me estaba resultando insoportable. Que si el olor espantoso, que me hacía tener fatiga; el picor de las muñecas, que me estaba matando; lo adormilada que me encontraba sin tener ni la más mínima idea de qué había pasado; y ahora se le sumaba también el increíble dolor de cabeza, que me estaba torturando.

Una luz se encendió encima de mí, alumbrándome. Achiqué los ojos molesta y me removí en la silla, intentando escapar. El pánico empezó a correr por mis venas.

—Por fin despiertas —dijo una voz que reconocía pero no podía identificar de quién se trataba porque estaba escondido en la oscuridad.

Poco a poco esa persona se veía con más claridad hasta que se puso bajo el foco de luz, que lo empezó a alumbrar. Parpadeé varias veces al ver quien se encontraba delante de mí. Lo que mis ojos proyectaban en mi mente no podía ser verdad. Estaba alucinando. Pensé que era producto de mi imaginación, pero cada vez que parpadeaba lo veía con más claridad. Mis ojos no me engañaban. Era él. Era el chico de la bonita sonrisa. Era el italiano. Era Bruno.

El pecho comenzó a dolerme hasta tal punto que me faltaba el aire. Había tenido a uno de ellos delante de mis ojos durante todo este tiempo y no me había dado ni cuenta. Durante mucho tiempo había estado dudando de Alex por culpa de mi querida mejor amiga, Vivian, quien era su hermanastra, y de quien realmente debería haber huido era de Bruno.

Vi a Bruno sonreír al ver el pánico bañando mis ojos. Esa sonrisa que antes me encantaba se había vuelto diabólica.

De repente, me empecé a acordar de todo lo que había pasado. Recordé las luces del instituto apagándose acompañadas de un tiroteo. También la conversación que tuve con el señor Gerard y el beso traicionero. Las duras e hirientes palabras de Alex, que me dolieron más que mil demonios, se reproducían en mi cabeza. Luego, recordé que Gerard me acompañó a este lugar y por mala suerte acabó bastante mal por culpa de un disparo, al igual que mi tío. Y por último, el engaño de Bruno para llevarme a donde él quería y así secuestrarme fácilmente. Tuve al verdadero secuestrador delante de mis narices y ni siquiera me percaté de ello. Me sentía una completa estúpida

—¿Está despierta, Moretti? —le preguntó un hombre a Bruno y se acercó a nosotros—. Sí, estás despierta —se respondió él mismo.

Las palabras no podían salir de mi boca. Estaba asustada y a la vez enfadada.

El hombre se acercó a mí y se agachó para quedar cerca de mi rostro. Vi de cerca las facciones de su cara. Era moreno, como Bruno. Su cabello era rizado y tenía barba. Era muy parecido a Bruno. Podría ser su padre o incluso su propio hermano, ya que no era tan mayor. A no ser que no fuera de su familia y me estuviera montando la película sola.

Aguijón Verde [SUSAC#1]Where stories live. Discover now