3. El colgante.

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CAPÍTULO 3

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CAPÍTULO 3

EL COLGANTE

ALEX

No me gustaban nada las peleas. No me consideraba esa clase de persona. Prefería estar lo más alejado posible de la violencia, pues ya hubo bastante en mi vida a causa de mi padre y lo último que quería era parecerme a él. Con eso no quería decir que no defendiera a las personas que quería. Mientras que no fuera a base de la fuerza, yo los defendía. Tampoco era que supiera pelear.

Nunca en la vida me había peleado con una persona. Solo hubo una vez que pasó algo parecido, aunque sin recurrir a la violencia. Esa vez fue cuando intentaba proteger a mi hermanastra. Eso era cuando nos llevábamos bien hace unos tres años más o menos. Un chico se había metido con ella. Antes, Vivian no era una chica tan repelente como lo era ahora, por lo que no era la típica que le respondía a la gente para seguirle el juego. Entonces, yo, al escuchar las carcajadas de ese chico taladrando mi cabeza, no pude evitar decirle unas cuantas palabras. Hasta por poco perdí los nervios y tuve las intenciones de pegarle un puñetazo, pero recordé varios valores de mi vida que me lo impidieron. La violencia para mí era el último camino para solucionar las cosas.

Vivian y yo teníamos antes un vínculo muy especial, pero por ciertas circunstancias me obligué a romperlo. Sin embargo, ahora ella me odiaba. Antes, la protegía de los abusones que se metían con ella y, cuando se hizo popular, los roles nos lo intercambiamos. Ahora los abusones la tomaban conmigo. En cambio, en su caso, ella era uno de los abusones.

Al llegar aquí me di cuenta de que los populares lo pagaban todo de forma violenta. Era como su forma de hacerse brillar ante todos.

Si aún tuviera esas fuerzas de voluntad que antes tenía, me atrevería a decirles algunas cositas a esos agresores para ponerlos en su lugar, ya que eso era lo que más odiaban los abusones, que sus víctimas se defendieran. Sin embargo, ese Alex era seguro de sí mismo se esfumó. En menos de un año me convertí en ese chico que suspendía todas las asignaturas porque pasaba totalmente de su futuro. Ya no era el mismo Alex de hace tres años y el principal motivo de todo creo que es volver a ver a mi padre después de que nos abandonara a mi madre y a mí.

Había gente que decía que las personas cambiaban cuando una marca desgarradora o buena se quedaba grabada a fuego en su vida. Otras pensaban que por mucho que le sucediese a esa persona algo, nadie nunca la cambiará, siempre iba a ser como era. En cambio, yo pensaba que todo el mundo podría cambiar en algún momento de la vida. Hasta el chico más imbécil que encontraras en el camino. A todo el mundo nos podría ocurrir cosas que marcarán nuestras vidas y eso podría hacer que nuestras actitudes se enfriasen, convirtiéndonos en personas sin sentimientos, o se descongelasen, haciéndonos mejores personas. En mi caso se enfrió, y bastante. No era que no tuviera sentimientos, ya que los tenía, pero me volví un chico frío.

Llegar a este instituto fue una tortura extrema para mí. Tener que cruzarme por los pasillos a mi hermanastra y que ya no me mirase como me miraba antes hacía una profunda grieta en mi corazón. Por mucho que yo no me llevase para nada bien con mi padre no significaba que con ella debiera tener la misma relación.

Aguijón Verde [SUSAC#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora