4. La llave.

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CAPÍTULO 4

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CAPÍTULO 4

LA LLAVE

TORI

Llegará el día de mi muerte y Christian aún seguirá repartiendo puñetazos a quienes se les presente en su camino. Teniendo o no motivos, él pondrá una excusa para pegarles. Siempre era así. Me lo imaginaba como un abuelito con un bastón dándoles a las personas con él en la cabeza.

A la más mínima siempre saltaba a la defensiva, sacando su lado más bruto. Le encantaba propinar puñetazos para hacerle saber a la gente que con él no se podían meter. No pensaba en las consecuencias que conllevaría luego sus acciones. Sin embargo, él nunca era quien recibía la paliza, era yo al quererme meter para evitar esas malditas catástrofes.

«Tienes que dejar de ayudar tanto a tus amigos y pensar un poco más en tu salud», me aconsejé a mí misma al ver el moratón que se me estaba formando en la barbilla. Tenía que preocuparme un poco más por mí, pero ofrecer mi ayuda a mis amigos era algo que salía solo de mí. Si no lo hacía, ese sentimiento me comía por dentro, dejándome un mal sabor de boca y una extraña sensación en el estómago.

Mis amigos eran una parte de mi vida y tenía que protegerlos hasta mi último aliento. Al igual que a mi familia, que por mucho que no pasara tanto tiempo con ella por culpa del trabajo, seguían estando en la escala de las personas más importante para mí. Así era yo.

Sentía la necesidad de apoyar a aquellas personas que tanto quería. Y más a Christian. Él me ayudó en mis peores momentos junto con Vivian. Los dos estuvieron apoyándome día y noche cuando no quería saber nada de la vida. Todo el mundo hemos tenido nuestros momentos de depresión. Es una fase de la vida que todos tenemos que pasar en algún momento.

Mi vida no siempre había sido una maravilla. Mas me sentía afortunada de tener a esos amigos que estuvieron siempre ahí cuando lo necesitaba. Con tan solo una llamada, Christian ya estaba en mi casa consolándome. Daba igual si estaba ocupado o no. Él dejaba lo que estaba haciendo para ayudarme, cosa que valoraba y tenía que agradecérselo de alguna forma. Esa manera era ayudarlo en cualquier problema que tuviera y apoyarlo en todo. Aunque eso conllevara un moratón en la barbilla como el que me había hecho. Pero para eso estaban los amigos, ¿no? No solo había que estar en los momentos buenos, también había que estar en los malos, porque para los buenos estaba todo el mundo.

La gente podía hablar de mí todo lo que quisiera, pero que nunca se les ocurriese decir que no era una buena amiga.

Ya había pasado un día de la pelea. Christian estaba expulsado, como me había comentado, y no iría a clases durante una semana, por lo que hoy no me recogería en su coche gris, tal y como me dijo ayer que iba a hacer antes de que le castigasen. Tampoco estaba Hobson, el mayordomo, para que me llevase al instituto en su coche como siempre hacía. Así que me tocaba poner en marcha a mis piernas, ya que llevaban dormidas desde hace tiempo. Apenas caminaba en mi día a día. Siempre iba en coche a todos lados gracias a Hobson, y llevaba todo el verano sin practicar voleibol.

Aguijón Verde [SUSAC#1]Where stories live. Discover now