26. El monstruo interior.

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CAPÍTULO 26

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CAPÍTULO 26

EL MONSTRUO INTERIOR

ALEX

Un intenso olor a basura fue lo que me despertó. Tosí varias veces hasta poder acostumbrarme al fuerte olor que se metía por mis fosas nasales y que cristalizaba mis ojos. Me removí entre las bolsas de basura que utilicé anoche como cama para dormir. Mi móvil comenzó a sonar, avisándome de que alguien me estaba llamando, y ese ruido se metió en mi cabeza, taladrándomela. La cabeza me bombeaba como si tuviera ahí el corazón. Gruñí por el dolor que me estaba causando. Metí las manos en mi bolsillo para tomar el móvil. Lo encendí y me sorprendí por haberlo conseguido, ya que ayer se me cayó al suelo y no funcionaba. Sin embargo, pude observar perfectamente la pantalla del móvil brillando y me percaté de la hora que era: las nueve y media de la mañana.

«¡CARAY! ¡Las clases!», recordé.

No obstante, por mucho que me hubiera saltado las clases, no era eso lo que me alarmaba, sino la preocupación de mis dos mejores amigos durante toda la noche. Tenía mil mensajes de ellos preguntando por mí.

Había recibido otro mensaje de mi amiga y cuando ella notó que lo había visto, me llamó corriendo. Descolgué y me llevé perezosamente el móvil a la oreja. Gemí al sentir el tacto del aparato en mi mejilla. Me dolía muchísimo. Bueno, mas bien me dolía todo el cuerpo. La aflicción que sentía se podría comparar a cuando te quemaban vivo, ya que la cara me ardía al tener las heridas al descubierto. Estaba derrotado, como si acabara de llegar de la guerra.

—¿Qué pasa? —pregunté, haciendo una mueca de dolor con la cara y colocándome bien en los montones de bolsas para estar más cómodo.

Una brisca de frío recorrió el callejón donde me encontraba, haciendo que mis pelos se pusieran de punta. Apenas llevaba atuendo para poder cubrir los golpes que había recibido mi cuerpo anoche, por lo que al congelarse mi organismo por la rasca que hacía, provocó que las llagas me dolieran más. Estas me quemaban aún más la piel, como si pasaran un hielo en ella, ya que, sí, el hielo a veces quemaba más que el fuego.

—¿Que qué pasa? ¡Que qué pasa! —gritó Lee, desesperada, desde la otra línea—. ¿Dónde demonios te has metido? ¡Llevo desde ayer por la tarde intentando contactar contigo, Imbécil! ¡Me tenías asustada! Y ahora, ¿que qué pasa? ¡Has faltado hasta a clases! ¿Dónde diablos estás?

Lee hablaba rápido y se podía apreciar como Dexter estaba tranquilizándola por las espaldas para que no perdiera los estribores en medio de todo el instituto.

—Perdón. Ahora iré para allá —contesté sin más y colgué para no recibir más gritos que me hicieran explotar aún más la cabeza.

Ahora mismo lo que menos quería era hablar. Era consciente de que me esperaba una buena reprimenda por parte de ellos. Había estado todo un día desaparecido sin contestar ni si quiera a un mísero mensaje. Sabía perfectamente que pude haberlo hecho anoche cuando estaba observando todos esos mensajes, pero el maldito móvil tuvo que apagarse precisamente en ese momento. No obstante, en verdad fue un alivio para mí, porque por otra parte me daba miedo no saber explicarles que estaba con la chica que tanto odia Lee en vez de estar con ellos, quienes eran mis amigos.

Aguijón Verde [SUSAC#1]Where stories live. Discover now