Capítulo 22: Constelaciones

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Ahora es él quien tuerce apenas su cara para encajar sus labios con los suyos y besarla. Besarla con la intensidad de un beso que la paralice, que la vuelva loca, más todavía de lo que ella ya está por él. Mientras la guía con fuerza desde la nuca. No hay suavidad, no hay romanticismo en lo que Peter pretende... es algo más visceral, algo primitivo, es llegar con su efecto hasta donde nadie llegó y dominarla. Aunque ella ya esté absolutamente dominada por él.

Pero lejos de paralizarla, Lali lo sigue, lo desafía y tan sólo con los gestos que los dos demuestran, se están redoblando la apuesta. El beso que ninguno quiere cortar porque es tanto el deseo de romper el hechizo que los mantiene unidos, llega a su fin cuando Lali se está casi cayendo sobre la palanca de cambios.

Los dos se ríen, se miran a los ojos y Peter vuelve a tomarle la cara con suavidad para volver a darle un último beso largo y soltarla acariciándole la barbilla.

- ¿Qué te gustaría cenar?... ¡No me digas sushi!... porque voy a tener que aceptar, pero me voy a clavar un choripán después en algún puestito...

- Jajja... no te iba a decir sushi, te iba a decir Pizza, pero por ahí podemos ir a cualquier lugar en donde podamos pedir lo que cada uno quiera ¿no?

- Soy un grasa, ¡perdón!... pero no sé a dónde llevar a una chica en una cita.

- No hace falta que actúes una cita conmigo... ¡ya nos conocemos! – Peter se queda mirándola algo asombrado pero con una sonrisa asomándole leve por la comisura de los labios. Él no tiene ni idea de porque Lali tiene tanta confianza, puede atravesar tanto la barrera de la intimidad con él, y no le exige ningún ritual de formalidad, como acostumbran a hacer las parejas que recién se conocen.

Con ella todo fluye con una normalidad y un dinamismo que lo asombra, pero le encanta. Se siente cómodo, se siente liviano.

Piensa que es parte de su magia ser así de abierta y llana, y no pretender formalismos que lo único que harían a ese momento, es volverlo una actuación de lo que no son.

Ella que parece avasallante, se desconoce absolutamente. Sabe que se le están yendo los sentimientos al carajo, que la ansiedad de probarlo en todos los sentidos de la palabra "probar", le gana a la razón de que en teoría se conocen hace poco más de un mes.

Es como si Lali ya hubiese visto la película, como si ya le hubiesen spoileado el final, y ese final los llevara indefectiblemente a una vida juntos.

¡Qué difícil controlar el futuro... valiéndose del pasado!

Lali es una máquina de repetir por dentro... "Mariana bajá un cambio"... "Mariana lo vas a asustar"... "Mariana vá a pensar que sos ninfómana" o que sos re virga... una de dos...

- ¿De verdad querés pizza?

- ¡Sí! ¿Vos no?

- Claro... ¡me encanta!... pero no sé, por ahí vos querías algo más... no sé... más, otro nivel...

- Jajajja... ¿otro nivel?... quiero que te relajes Peter... no tenés que impresionarme...

- ¿Por qué ya te impresioné? – Y se sonríe hermoso y canchero, tratando de picarla...

Pero ya dijimos que Lali no se amedrenta... y en este parque de diversiones en el que los dos están, va a subirse a cualquier juego que él le proponga.

- mmm puede ser... pero prefiero pensar que tenés más para impresionarme...

- ¡Siempre baby!... Me llamo Juan Pedro "el impresionador" de Rosario...

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