Capítulo 23: La memoria

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Lali duerme boca abajo, con su pelo desparramado sobre el colchón, sin apoyar la cabeza en la almohada que fué desplazada por algún lado. La cara de lado y la respiración suave denotan el sueño plácido post sexo.

Peter en cambio está a su lado sentado con la espalda ligeramente apoyada en el cabecero de la cama, mirándola.

La luz se cuela apenas por las rendijas de la persiana y deja ver cada objeto de la habitación. Él observa todo alrededor, las manijas del placard tienen los tiradores de vidrio, con dibujitos de flores de colores. En la mesa de luz hay un portarretratos en donde están Candela, su madre, Beatriz y Lali en una especie de desierto blanco hermoso. Son las Salinas Grandes de Jujuy, pero Peter no lo sabe, porque poco conoce de geografía, aunque haya soñado con ser profesor.

En una silla está el bolso que usa para ir a las clases, y la muñequita que su madre le regaló para él, se exhibe presumida con un lazo verde en poder de su nueva dueña.

Peter piensa en ese hecho. ¿Cuántas posibilidades había en el mundo de que finalmente llegara a sus manos de la forma en que llegó?

Se muerde el labio, incrédulo y la mira a Lali. Ahora que tocó toda su piel, siente la suavidad todavía en sus yemas. Y tiene su olor rico impregnado en la nariz. Le vienen imágenes suyas de horas antes durante el sexo, sus gestos, su forma de gemir, la dulzura para acariciarlo y la absoluta sincronía que se dio entre ellos sin pactarla, sin conocerse, como si sus cuerpos hubiesen estado alejados durante un tiempo, luego se hubiesen buscado y ahora al encontrarse, se reconocieran como quien reconoce a su otra mitad.

Entonces recuerda de su supuesto mal humor al despertarse, y le acerca su dedo a la punta de la nariz, le hace cosquillas apenas y Lali se mueve algo molesta. Aleja su dedo un instante y vuelve a la carga.

- No voy a contarte más secretos... - Lali susurra con voz rasposa sin abrir los ojos y sin siquiera moverse de su posición.

Peter se sonríe y vuelve a molestarla. Pero esta vez incluye una caricia suave por su mejilla que hace que Lali abra los ojos y se encuentre con los suyos inmediatamente, y recibirlo con una sonrisa que a él le encanta.

- Esa sonrisa no puede ser de alguien malhumorado... ¡hola!

- Hola... ¿no dormiste?

- Si, muy cómoda tu cama... pero me desperté hace un rato y pensaba...

- ¿En que pensabas, puedo saber? – Y Lali se vá incorporando, subiéndose la sábana hasta sus pechos, porque el pudor le gana, aunque él ya los haya visto, acariciado, lamido y mordido a destajo horas antes.

- Pensaba... nada importante. – Y esa respuesta a ella, si bien no la perturba, la deja algo apenada, porque quizá le gustaría saber qué piensa él después de ese encuentro.

- Vení, acá conmigo...

Peter la tironea suavemente y la guía hasta colocarla entre sus piernas. Con ellas, le rodea el cuerpo pequeño y la abraza entera por detrás. Le quita el pelo del costado y le libera el cuello para darle varios besos cortitos y suaves.

Y aunque sus manos la abrazan por debajo de las sábanas sobre su piel directamente, no permite que deje de cubrirse los pechos.

- No quiero preguntar directamente... tampoco es algo que necesite enterarme cómo si fuera un caso de vida o muerte, pero me gustaría saber... ¿Qué onda tu novio?

Lali demora unos segundos en responder y se gira un poco dándole acceso a su cuello, porque él quiere apoyar su mentón sobre el hombro de ella.

- Se enteró que le mentí sobre quien eras. – Peter se sobresalta y la mira de lado... - ¿Se entero de lo del club?

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