Capítulo 55: Fuerza natural

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Lali

Dicen que durante el embarazo se activan 5 hormonas que comienzan a trabajar en nuestro cuerpo, como si fuesen un ejército sincronizado. Yo me los imagino como los Umpa Lumpa de "Charly y la fábrica de chocolate"... mmm ¡chocolate!... ¡Dios, mi mayor temor es no tener un pedacito a mano!, sobre todo por la noche... porque durante el día, sólo pienso en frutillas, y también en papas fritas...

Ni siquiera me acuerdo el nombre de esas hormonas, sé que la mayoría terminan en "ina"... o en "ona" y son las que me tienen así todo el día.

Muerta de sueño, con ganas de vomitar por las mañanas, y arcadas ante los olores fuertes, con cambios de humor repentinos, y llorando de la nada, aunque bueno, ese efecto también podría ser atribuible, a una hormona llamada "Lanzani".

Pocos días después de mi cumpleaños número 30 me dieron los resultados de los análisis: "cursas un embarazo de 3 semanas", y si fuera por mi intuición, podría acertar el día exacto en que quedé embarazada. Lo intuí, lo sentí en mí, como una señal.

Apenas días después Peter cayó preso, y todo se volvió vertiginoso, triste, gris.

Hasta esa tarde en el consultorio, en que sólo me llevé las manos a la panza como por intuición, y me largué a llorar sin emitir un mínimo sonido. Un llanto mudo.

La ginecóloga se acercó y me ofreció un vaso con agua. -¿Estás bien?, ¿querés tenerlo?- Sólo asentí con la cabeza porque no podía articular palabra, por muchos motivos. El shock de la noticia, el peso de la situación, y los miles de pensamientos que me aplastaron en un segundo.

- Sí, claro... ¡claro que quiero tenerlo!

- ¿Estás sola? ¿no? – Y otra vez asentí, mientras lloraba como una criatura.

Antes de irme con una pila importante de recetas para vitaminas e indicaciones varias, que casi no pude recordar, ella me dió un folleto, donde había un montón de direcciones con lugares donde podían darme contención e información en caso que decidiera abortar.

Miré el folleto con detenimiento, yo misma había repartido miles de esos, junto con Jimena en las marchas a favor de la legalización del aborto.

Incluso había participado activamente de las mismas charlas de las que ahora, era una posible candidata a necesitar.

- Gracias doctora... conozco donde dirigirme en caso de necesitar contención, pero no creo que sea necesario. ¡Mi situación no es la deseada!, pero si deseo al bebé... mucho... ¡muchísimo! – y el último "muchísimo", se lo dije con la sonrisa más radiante que pude sacar de mí. Porque aunque estuviera abrumada, siempre supe que no había nada, que deseara más que a este bebé. Bueno, deseaba que Peter saliera de la cárcel, pero por alguna extraña razón, en el mismo instante en que ella pronunció "cursas un embarazo de 3 semanas", ya nada tuvo el mismo sentido que minutos antes de esa noticia.

Es realmente indescriptible la sensación de saber que llevas vida dentro tuyo. Ya nada tiene que ver con vos, o con el padre, todo tiene que ver con ese ser. Y calculo que allí es donde tu vida deja de ser tuya, para convertirse en la guarda y custodia eterna de ese humano.

Nada tiene que ver con nadie ni con nada, porque lo único que pasa a importar es ese bollito que crece dentro de tu útero. Como si una fuerza natural nos protegiera con un halo mágico. Nos volvemos invencibles.

Allí entendí de donde saqué las fuerzas para hacer todo aquello que nunca me hubiese animado a hacer en otras circunstancias. Enfrentar a Ricardo y a Candela, intentar ver a Peter de cualquier modo, aunque me hubiese rechazado las dos primeras veces. Tomar la iniciativa de sobornar a un efectivo policial en la cárcel con tal de ver al padre de la criatura, y sacar coraje para volverme por el mismo lugar por el que entré, después de enterarlo de que íbamos a ser padres.

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