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Un chico pelinegro con orbes azules se encontraba en el baño en hora de clases con lágrimas en los ojos, le habían burlado, no, la chica que le gustaba le había burlado, siempre creyó que no era lindo, que aún si su rostro no tenía acné o cosas po...

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Un chico pelinegro con orbes azules se encontraba en el baño en hora de clases con lágrimas en los ojos, le habían burlado, no, la chica que le gustaba le había burlado, siempre creyó que no era lindo, que aún si su rostro no tenía acné o cosas por el estilo, no era atractivo a la vista de nadie, esa chica había llegado con su belleza a iluminar el salón donde el yacía habitualmente en su primer año, se habían conocido, le había mostrado sus lados débiles, le había contado de su bajo autoestima, en ese año conociéndose, ella siempre fingió darle su apoyo hasta el día de hoy cuando decidió confesarse, ahora sabía que solo lo había utilizado para la popularidad y la envidia de las chicas, no se había enamorado, pero si le gustaba lo suficiente como para sentirse realmente miserable.

Aún ni siquiera entendía como era que habían chicas que se le acercaban a decirle lo lindo que era o como era que habían chicos realmente guapos que lo envidiaban, no sé consideraba ni lo mínimo suficiente para cumplir los estándares de belleza en Japón y ahora solo podía pensar que en realidad todos se burlaban como la rubia que lo había destrozado minutos antes, quizás el sol no siempre era tan lindo como fingía. 

Lavo su rostro por última vez y dio suaves palmaditas en sus mejillas como un intento de reaccionar, tenía que salir afuera nuevamente o lo regañarían por faltar a clases, además de que tenía que aprender a enfrentarse a la rubia que va a su mismo salón si no quería quedar como un tonto. Soltó un suave suspiro y se miro una vez al espejo, aún tenía los ojos algo rojos y algo hinchados pero sería algo que podría arreglar con unas gotas para esto mismo.

Salió del baño y tomo camino a la enfermería, tropezando con algo o más bien alguien al doblar por las escaleras llegando a la cafetería, alcanzando a tomar la mano de quien parecía ser una chica castaña quien suspiro aliviada a los buenos reflejos del chico, en serio la había salvado de un buen golpe en su pobre trasero.

-Gracias, por un poco más y me hubiera dado un buen golpe.- Habló la chica con una amplia sonrisa, fijando su mirada en los ojos adversos, iba a continuar a su salón de clases después de haberse escapado para comprar unas papitas para ella y su compañero en la maquina pero algo la hizo detenerse, cuando vio los tristes orbes azules se negó a continuar, no tenía la mínima idea de que había sucedido con aquel chico, pero se negaba rotundamente a ver a alguien más y no hacer nada al respecto.

Sin decir ni recibir respuesta por parte del quien parecía ser menor, tomo su mano y camino hasta debajo de los pasillos donde fuera difícil poder encontrarlos, podía estar en horario de clases pero vamos, si ella se había escapado por unas papitas, cualquiera podría hacerlo igualmente. El chico yacía en silencio, mirando interrogante a la ojimarrón en busca de alguna respuesta a su repentina acción.

-No tienes porque decir algo al respecto.- Ahora el rostro del pobre en definitiva era de total confusión, ella solo lo agarro de su cuello y lo abrazo con fuerza, no era mucha la diferencia de altura por lo cual no fue una acción muy difícil de cumplir. -No tienes porque llorar solo, puedes llorar en mi hombro, no pienso decir nada al respecto, tampoco te pediré explicaciones de porque un chico lindo anda llorando en las escaleras.

❛𝖨 𝗐𝗂𝗅𝗅 𝗌𝗍𝖺𝗒 𝗐𝗂𝗍𝗁 𝗒𝗈𝗎❜ -  【𝖠𝗄𝖺𝖺𝗌𝗁𝗂 𝖪𝖾𝗂𝗃𝗂】Where stories live. Discover now