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Eran las 5am cuando cierta castaña se encontraba afuera de casa observando el amanecer mientras que la brisa de la playa pegaba contra su ahora débil cuerpo, acababa de tener una pesadilla gracias a las historias de terror en la noche pasada y quería calmarse antes de volver a la cama.
-Te vas a resfriar, es demasiada brisa.- La voz del chico ojiazul la sobre salto, seguido sintió como este mismo le ponía uno de sus abrigos sobre sus hombros, sintiendo de forma inmediata su inconfundible olor.
-¿Qué haces despierto a estas horas, Akaashi-kun?.- Pregunto en lo que volteaba su mirada hacía el chico, quien solo le sonrió un poco.
-Tenía pensado salir a correr un poco, pero no creo que sea buena idea con el frío que está haciendo.- Respondió con una mueca de inconformidad.
-Entonces quédate a ver el amanecer conmigo.- Le propuso la chica con una gran sonrisa.
-(t/a)-san.- La llamó en lo que se sentaba sobre la arena, dando palmadas sobre esta a un lado suyo, esperando a que ella se sentara allí. -Sobre la primera vez que nos vimos.- Comenzó a contar algo inseguro cuando ella se sentó a su lado, poniendo toda su atención sobre el chico.
-¿Estás seguro de querer hablarlo?.- Él asintió de forma inmediata, causando la pequeña sonrisa de labios en ella, ya confiaba realmente en su persona y eso le hacía feliz. -Tomate tu tiempo para decirlo, aún es temprano.
Ambos soltaron un suave suspiro cansado, seguido hubo un silencio cómodo en lo que el pelinegro organizaba sus ideas, era difícil poder hablar de él mismo al frente de los demás definitivamente.
-Desde que tengo memoria nunca he podido considerarme un chico lindo o que cumpla con los estereotipos que suelen tener las personas en Japón, mi piel es mediana morena y no siento que tenga un lindo rostro.- Eso la tomo por sorpresa, ¿Akaashi tenía problemas de autoestima? Realmente pensaba que ese día estaba así por ser rechazado por aquella desconocida rubia.
-Mi mamá es la única mujer que me lo repetía día a día con las intenciones de que mi autoestima mejorara, pero por otra parte, mi padre nunca presto atención a mi estabilidad emocional.- Continuo de forma fría con sus palabras, así que su padre era el problema. -Desde los seis años al ser hijo único comenzó a patrocinarme como entre sus amigos como su futuro heredero y como tal, comenzó a educarme de todas las formas posibles para que fuera el mejor entre los hijos de sus amigos, primero comenzó con las clases excesivas en los instrumentos, creo que se tocar cualquier instrumento del genero clásico en realidad.- En cuanto dijo eso soltó una suave risa en un intento de relajar sus emociones más fuertes, detestaba la carga que siempre llevaba con el.
-Apenas sabía lo que era dormir, me levantaba, daba clases en una de las escuelas con mas prestigio y por ello las clases eran mucho más duras que en una normal, llegaba a casa, terminaba mis deberes y tenía que dar mis clases de música hasta que fuera hora de cenar, era la misma rutina todos los días, no se me permitía tener amigos y mucho menos poder hacer las cosas que realmente me gustaban, aunque mi mamá siempre buscaba un espacio a escondidas para ello.- Eso por parte enterneció a la chica, ¿Qué hacía una mujer tan adorable con alguien como el papá del chico?
